A principios de diciembre, Cárita Diocesana de Mérida-Badajoz habilitó de nuevo un albergue temporal en la ciudad para asistir a las personas sin hogar. El proyecto ‘Ola de frío’, que cuenta con la financiación de la Junta de Extremadura y del ayuntamiento, garantizará la atención básica a las personas que viven en la calle hasta el 30 de abril. Ahora, los 20 usuarios que se encuentran alojados en este centro ubicado en la calle Suárez Somonte reclaman que se amplíe el horario del que disponen para resguardarse del frío.
El año pasado, cuando se puso en marcha por primera vez este dispositivo de emergencia, los usuarios contaban con auxilio social durante las 24 horas del día, además de que tenían a disposición varios hostales para aquellas personas que no habían obtenido plaza en el albergue. Por contra, este año el horario se ha visto modificado y la atención ya no es de 24 horas, sino de 17 a 9 horas. «El otro día sufrí una bajada de azúcar y me pilló en la calle, estaba solo y muerto de frío», sostiene uno de los usuarios, quien añade a su vez que «no entiendo porqué en otras ciudades sí pueden quedarse todo el día pero en Mérida no».
El recurso cuenta con servicio de ropero, lavandería, duchas, cena y desayuno, pero carecen de servicio de comida, y sobre todo, del calor en las mañanas más frías. «Sabemos que tenemos el comedor social, pero muchas veces no llegamos a tiempo o las plazas están agotadas», añade otro usuario, quien manifiesta que «los días de lluvia los tenemos que pasar en las bibliotecas públicas o en la estación de autobús». A estos inconvenientes hay que sumarle uno de los mayores problemas a los que se enfrentan: el prejuicio. Muchos de ellos reconocen que les «miran mal» cuando llegan a un sitio público. «Las personas que trabajan en este centro a fin y al cabo hacen lo que pueden», subraya otro. «Cuando sé que es la hora de irnos y veo que está lloviendo o que hace frío me es inevitable venirme abajo», afirma.