EN MI ATALAYA

Mas todos nos, somos de Rui Nabeiro

Rafael Angulo

Rafael Angulo

Sería a principios de los años 90 cuando acompañé a Antonio Vázquez, ese prohombre que tanto contribuyó a la consolidación de la autonomía extremeña, a la inauguración de la ‘Avenida da Extremadura Espanhola’ en Portalegre, capital del Alto Alentejo. Tras el corte de la cinta con un protocolo que ríete tú de los británicos, el alcalde de Portalegre (Presidente da Câmara Municipal) nos hizo subir al ayuntamiento, que ríete tú de las montañas, porque Portalegre tiene cuestas y recuestas, para el tradicional convite portugués. Joao Transmontano Miguens, que así se llamaba el munícipe, había colocado en fila y ordenadamente a los alcaldes de los municipios que asistían a la inauguración. Uno a uno fue presentándolos al bueno de Antonio Vázquez que, quizá por su origen gallego, sabía estar dignamente y con aplomo en aquellos actos. Campomaior, Joao Gama Guerra e de tal partido (político); Elvas, José Rondao Almeida, entonces del PS; Castelo de Vide, Joaquim Canario, del PS: Arronches, Gil da Conceia Romao, Marvao, Antonio Moura Andrade e de tal partido…tras las presentaciones, en un sincero reflejo, Joao Transmontano señaló con el dedo a un sencillo personaje que estaba al lado de la puerta, discretamente y sin piar: «Mas todos nos somos de Rui Nabeiro» le dijo a Antonio Vázquez. 

Y es que, efectivamente, toda esa comarca (y más allá) estaba en deuda con don Manuel Rui Azinhais Nabeiro pues a quien no daba trabajo, atendía, fomentaba ayudas sociales y contribuía al desarrollo de su tierra, hacía con su esfuerzo, trabajo y dedicación su mundo más solidario. En tiempos difíciles, cuando la vida se hacía inclemente y cuesta arriba, que nos ayuden en la travesía se agradece. Y hay muchas cosas de don Manuel dignas de agradecer. No solo en Portugal, sin ir más lejos, recuerdo que durante muchos Mochuelos la última llamada de don Guillermo Soto (otro prohombre) era para don Manuel, en la seguridad e que le iba a cuadrar los ‘mochuelazos’ y, por lo tanto, ayudar intensamente a las Caritas de Mérida. Pero se me acaba el espacio y todavía me quedan chispazos de la vida de Don Manuel que contar. Otra columnita será. H