El 4 de septiembre fue el día internacional del buitre, ignoro si también lo hay del alimoche, la foca monje o el cernícalo primilla, esos que tan preocupados tenían a los de Adenex en los gloriosos tiempos de Paco Blanco. Sería cruel indagar si hay un día del concejal, no vaya a ser que alguien recurra a la asociación de ideas (Dios me libre) pero no deja de ser curioso que se celebre un día para reivindicar a los buitres y exaltar sus virtudes; que yo sepa ese pájaro de belleza extrañísima (te tiene que gustar mucho un buitre para decirle guapo) es ave de rapiña y, por lo visto, está amenazado de extinción.
Debo observar que los amenazados son los buitres que van, majestuosamente, por los aires, no los que están en despachos (no solo políticos) y por la vida misma. Tiro de wiki y les informo que «un ave de presa o rapaz es un ave que caza presas para alimentarse, utilizando su pico y sus garras afiladas. Las garras y pico tienden a ser relativamente grandes, potentes y adaptados para desgarrar y/o perforar carne». Pero el buitre no las caza por la sencilla razón de que ya están muertas, en eso tiene menos delito. Para detectar sus manjares tiene el buitre una visión estereoscópica desde las alturas e incluso un sentido del olfato (quien lo diría viendo su rígida nariz) muy desarrollado, aunque esto no tiene tanto mérito imaginando el pestazo que exhalan sus corrompidos alimentos.
En Monfragüe vi, a lo lejos y desde un magnífico mirador, un buitre negro ignoro si todavía volarán por allí, supongo que sí pues estaban a gastos pagos y con menú completo: primer plato, segundo y postre. Así, cualquiera. Por lo visto por Hornachos había algunos. En buitres en Extremadura podemos (otros en extinción) sacar plumas pues nidifican (en habitats de protección oficial) buitres leonados, buitres negros, buitres normales y mis estimados alimoches, que viene a ser los parientes plomas de estos grandes alados. Incluso dicen haber visto por nuestros cielos al casi extinto quebrantahuesos, ojalá. Y ojalá nunca veamos buitres enjaulados (no creo que duren mucho, mueren de añoranza aérea) porque para bestias quienes los enjaulan.
Añoro las películas de vaqueros en las que los buitres señalaban, desde arriba, los restos de las incursiones de los indios, el buque de los cielos se basaba para ello en lo reluciente de algunas calvas y como prudentemente y para evitar enfermedades de contagio empezaban su labor desparasitaria. Me sabe mal que buitre se asimile a «persona que se ceba en la desgracia de otro», como lo define el diccionario de la Real Academia Española porque hay personas que son más buitres que los negros (buitres) al fin y al cabo el buitre nunca mata al animal que se come pero nosotros (ver con horror Ucrania) matamos por matar. Y como ecologistas y protectores de medio ambiente no tienen parangón pues evitan la propagación de enfermedades limpiando restos y reciclando la tierra. Son tremendos surcando los aires con esa extravagante y misteriosa belleza alada y su entramado estómago, envidia de la naturaleza.
Además, por lo visto por algunos pilotos de aviones, el buitre se eleva más que ningún ser de la naturaleza, exceptuando a Superman que, a diferencia de los buitres, no existe. Ya es hora de que en algún escudo en Extremadura aparezca un buitre, animal que tanto ha hecho por nuestra tierra. Miren a Valencia donde un murciélago ‘Rat Penat’ figura en su escudo en señal de agradecimiento, y en el del Valencia club de fútbol, equipo de los amores de mi padre y de mi hijo Juanito y, también, en el del Levante. Seamos agradecidos, pongamos buitres en nuestras vidas.