Soy consciente de la envidia que ha suscitado el trato de favor que nos dispensa a unos cuantos elegidos la Mártir Santa Eulalia, pero debo confesar que es cierto que la Niña Bendita nos mira de un modo más benévolo a gente como Mateo Pinheiro, Lolito, Berto, Antoñito el moñoño o yo mismo; de otros, aunque lo sé, tengo prohibido dar nombres, pero no piensen que todos me caen en gracia, sinceramente, a mí no me gusta hablar mal de nadie pero creo que uno de esos señores es… abogado (con eso está todo dicho).

Le he preguntado a Eulalia si sabía quién se ha llevado este año la contrata de las nieblas de la Mártir porque el adjudicatario ha adelantado las fechas y duración, ya llegan hasta la hora de comer, no vaya a ser que también en eso esté metido Jaime, excepcionalmente me ha dicho que en brumas aún no pero que todo se andará y que si estoy interesado se lo pregunte cuando vaya a Televisiónextremeña. Que es donde va todo el que tiene algo importante que decir en Mérida.

Mientras, intento vislumbrar claro entre esa peculiar calima emeritense, que no le quita color al Hornito (recién pintado) pero le da un significado distinto. No sé cuántos somos católicos en Mérida, que cada uno crea en lo que quiera pero sin empujar, pero sí sé que el porcentaje de Eulalienses es abrumador, abarcando prácticamente a toda la Bimilenaria. Eulalia nos refuerza la propia identidad romana, esa que nos hace pertenecer con orgullo a este Patrimonio de la Humanidad (humana), impulsa nuestras fuertes creencias religiosas y es fuente de sentimientos y emociones.

En el Hornito, lo humano y lo divino se unen en los corazones, pero dentro, en la Basílica, se escucha el silencio y es un hospital para el alma, sobre todo para el alma de los que nos confesamos, que sentimos el alivio, consuelo y descanso de los peregrinos de la vida.

A la Mártir hay que verla de frente y por derecho, con alma y con calma, solo así nos transmite el dulce mensaje de que con la fe se consigue más que con la fuerza y nos impulsa a dar gracias a la vida, que nos ha dado tanto…tanto que estoy por ponerme un tatuaje que diga “Amor de Eulalia”, ocurre que a la Mártir los tatuajes que se ven le hacen poca gracia, quizá si solo me pusiera una “E” sería un mensaje doble porque la E de Eulalia sobre abunda la E de emeritense.

Lo que es la Mártir que da igual que sea invierno o verano, rezarle siempre es bueno y, disculpen el ripio, bajando de la Rambla al Hornito y del Hornito, al cielo.