L a humanidad necesita agua. Una gota de agua es flexible. Una gota de agua es poderosa. Una gota de agua es más necesaria que nunca.

El agua es un elemento esencial del desarrollo sostenible. Los recursos hídricos, y la gama de servicios que prestan, juegan un papel clave en la reducción de la pobreza, el crecimiento económico y la sostenibilidad ambiental. El agua propicia el bienestar de la población y el crecimiento inclusivo, y tiene un impacto positivo en la vida de miles de millones de personas al incidir en cuestiones que afectan a la seguridad alimentaria y energética, a la salud humana y al medio ambiente.

NO DEJAR A NADIE ATRÁS. El lema de este año es “No dejar a nadie atrás”. Se trata de una adaptación de la promesa central de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: todo el mundo debe beneficiarse del progreso del desarrollo sostenible.

Una de las metas del Objetivo 6 de Desarrollo Sostenible (ODS 6) consiste en garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos de aquí a 2030. Por definición, eso significa no dejar a nadie atrás.

Hoy en día millones de personas viven todavía sin agua potable -en el hogar, la escuela, el lugar de trabajo, la granja, la fábrica- y luchan por sobrevivir y prosperar. A menudo, se olvidan los grupos marginados: mujeres, niños, refugiados, pueblos indígenas, personas con discapacidad y muchos otros. O bien, se los discrimina cuando intentan conseguir y gestionar el agua potable que necesitan.

Cuando hablamos de “agua potable” nos referimos al “servicio de abastecimiento de agua potable gestionado de manera segura”, es decir, agua a la que se puede acceder en las viviendas, cuando se necesita y que no está contaminada.

EL DERECHO AL AGUA. En 2010, las Naciones Unidas reconocieron que “el derecho al agua potable y el saneamiento es un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos.” Por derecho humano al agua se entiende el derecho de toda persona, sin discriminación, a disponer de agua suficiente, segura, aceptable, accesible y asequible para uso personal y doméstico; y comprende el agua para el consumo, el saneamiento, la colada, la preparación de alimentos y la higiene personal y doméstica.

Los “motivos de discriminación” por los que algunas personas resultan especialmente desfavorecidas en lo que respecta al acceso al agua son: el sexo y el género; la raza, la etnia, la religión, la condición de nacimiento, la casta, el idioma y la nacionalidad; la discapacidad, la edad y el estado de salud; la tenencia de bienes, el lugar de residencia, y la situación económica y social.

Aunque también otros factores como la degradación del medio ambiente, el cambio climático, el crecimiento demográfico, los conflictos, los flujos de migración y los desplazamientos forzosos.

Para no dejar a nadie atrás, debemos concentrar nuestros esfuerzos en incluir a las personas que han sido marginadas o ignoradas. Los servicios de abastecimiento de agua deben satisfacer las necesidades de los grupos marginados y sus voces deben ser tenidas en cuenta en los procesos de adopción de decisiones. En los marcos normativos y jurídicos debe reconocerse el derecho de todos al agua, y debe proporcionarse financiación suficiente, de forma equitativa y efectiva para los que más la necesitan.

DERROCHE DE AGUA. El desperdicio de alimentos, sumado a los productos que caducan, supone un derroche por persona y día de más de 130 litros de agua, el equivalente a una bañera grande llena de agua cada día, de acuerdo con un estudio de la Universidad Politécnica de Madrid y del que advierte la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC) con motivo de la celebración del Día Mundial del Agua. El responsable de la iniciativa ‘La alimentación no tiene desperdicio’ de AECOC, David Esteller, ha destacado que la mayor parte del agua que se consume no es la que sale del grifo de la ducha, del baño o de la cocina, sino la que se usa en la cadena de suministro de bienes y servicios. “Es la que se encuentra oculta en cada objeto y alimento, en nuestros viajes o en nuestro trabajo”, añade. Así, la entidad sectorial quiere subrayar la importancia de reducir el desperdicio de alimentos porque, entre otras consecuencias, impacta directamente en el medio ambiente. Además, recuerda que la huella hídrica, que calcula el agua utilizada en la cadena de suministro de un producto permite cuantificar el impacto ambiental relacionado con el agua. En la actualidad, cada persona tiene una huella hídrica anual de 1.385 metros cúbicos, o lo que es lo mismo, el volumen de media piscina olímpica y, de ella, el 92% se debe a la huella hídrica de la agricultura para producir alimentos.