ada Salas (Cáceres, 1965) es una de las poetas más importantes del país y el reconocimiento que ayer recibió en Mérida corona una carrera literaria de hondo calado y profunda reflexión. Esta licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Extremadura obtuvo el Premio Juan Manuel Rozas con su primer libro, Arte y memoria del inocente en 1988. La prestigiosa editorial Hiperión le concedía el premio homónimo en 1994 con Vacaciones en blanco. La sed y Lugar de la derrota son trabajos publicados en 1997 y 2003, respectivamente. Su libro Esto no es el silencio (2008) fue reconocido con el XV Premio Ricardo Molina-Ciudad de Córdoba.

En 2009 apareció la recopilación de su obra poética No duerme el animal. También ha escrito ensayos como Alguien aquí (2005) y El margen. El error. La tachadura (de la metáfora y otros asuntos más o menos poéticos) (2010). Su último libro Descendimiento es un homenaje a la pintura de Van der Weyden. En la actualidad, aunque ella no quiera reconocerlo, es todo un clásico de la poesía nacional.

-“Poesía necesaria como el pan de cada día”, decía Gabriel Celaya. ¿Por qué no suele haber poesía en nuestro día a día?

-Creo que en general nos solemos olvidar de las cosas más importantes. Estamos metidos en una vida bastante absurda donde impera el ruido. Pararse a pensar y a sentir, a leer, exige reposo, silencio, cierta dedicación, apartarse, soledad… y ninguna de esas cosas está de moda. Creo que en general nos equivocamos -y yo me incluyo también- y no nos podemos dejar llevar por esta corriente que nos arrastra y nos aleja de nosotros mismos. La poesía es una de las cosas que más nos ayuda a estar en nosotros, a ser individuos, que es lo que más falta nos hace.

-Además, añadió que es “un arma cargada de futuro”. ¿Corrobora esta afirmación?

-Sí, la poesía está cargada de pasado, es un arma eficaz para usarla en la presente y por supuesto para el futuro, porque apuntala y cultiva lo mejor del ser humano. En tanto en cuanto seamos mejores así lo será el futuro.

-¿Cómo prefiere que la llamen ‘poeta’ o ‘poetisa’? Muchas escritoras han rechazado este último término por considerar que con él se minusvaloraba la producción…

-A mí me da igual. Me es indiferente.

-Es usted ganadora, entre otros, de los galardones Juan Manuel Rozas, Hiperión o Ricardo Molina-Ciudad de Córdoba. ¿Qué importancia tienen estos reconocimientos en la trayectoria de un escritor?

-Los premios, particularmente en poesía, han sido muy importantes, pues me han permitido publicar mi trabajo. Y para un escritor tener la posibilidad de tener lectores es fundamental y lo que da sentido a lo que uno hace. Esos premios me llegaron en momentos delicados e importantes, y de alguna manera , te indican que no estás tan despistada y que no te equivocas tanto.

-La Medalla de Extremadura es, sin embargo, un galardón que no es literario. ¿Qué espacio va a ocupar en su corazón?

- Uf, en mi corazón lo va a ser todo. En realidad no pienso nunca que me corresponda ninguno y este menos todavía. Mi corazón está lleno de esta tierra. Extremadura es mi patria y mi ‘matria’. Mis padres son de aquí y pasé en la región toda mi infancia y juventud. Conservo muchos amigos y es mi lugar. Tengo una casita en las Villuercas, en Cabañas del Castillo, que es un lugar privilegiado y un resumen de su paisaje y su paisanaje. Soy extremeña y lo llevo a gala. Este galardón ha venido caído del cielo.

-Arte y memoria del inocente, Variaciones en blanco, Esto no es el silencio y más recientemente ‘Descendimiento’, son algunos de sus trabajos. ¿Cuál ha sido su evolución en este tiempo como poeta y escritora?

-Creo que en mis libros ha habido un avance que ha surgido de mi persistencia y un tesón en la tarea, de no abandonar y de la intención de ir siempre más allá… Aunque no sé si ese más allá ha implicado mejoría, eso tienen que decirlo los que leen mis poemas. Me he descubierto cosas a mí misma que me han sorprendido y tengo mucho por hacer en este campo. Yo estoy contenta con la evolución que he tenido.

-Ha elegido un cuadro de Van der Weyden como ‘leit motiv’ de ‘Descendimiento’. ¿Qué relaciones hay entre poesía y pintura?

-Para mí se parecen mucho. Y los clásicos como Horacio Flaco ya lo decían. Incluso muchos consideraban la pintura como poesía muda y la poesía como pintura que habla. Son dos ventanas abiertas a otros mundos, uno se expresa con colores y la composición, y otro con palabras, que también implican de alguna manera colores y una determinada forma de distribuirse. Como escritora y lectora creo que piso el mismo terreno.

-¿Es la muerte o el sufrimiento algo que encierra belleza?

-¿Por qué no? Cuando se contempla el cuadro de Van der Weyden estás viendo sufrimiento y muerte y sin embargo es de una belleza indiscutible. Sí, puede haber belleza en la muerte e incluso desde el punto de vista moral haber muertes que sean ‘bellas’. Rilke decía que la vida tenía sentido como preparación de una buena muerte, que no tiene nada que ver con el más allá del catolicismo.