Es tiempo de disfrutar al máximo de los placeres de la buena mesa. Elegir un buen queso es complicado, pues no todos los sabores contentan a todos los comensales. Una apuesta segura es Queso de la Serena Denominación de Origen Protegida. ¿Por qué? Pues sobre todo por su sabor suave que gusta a todo el mundo.

DOP Queso de la Serena ya está en plena campaña navideña y sus queserías enviando pedidos a todo el territorio nacional.

Las certificaciones de este queso amparado crecen cada campaña. Así, en 2018 se certificaron 92.711 quesos, 15.000 más que en la anterior campaña.

Este queso se produce en la comarca extremeña de La Serena, donde 100.000 ovejas merinas puras y catorce queserías inscritas se ocupan de que este milagro culinario se produzca.

Además, otro de los alicientes de esta producción sostenible es que mantiene población rural, ya que el pastoreo, ordeño y producción de leche genera puestos de trabajo en una zona donde se necesita fijar población.

Los ingredientes para hacer Queso de la Serena son muy simples y naturales: leche cruda de oveja merina alimentada con pasto de La Serena, y cuajo Cardunculus Cynara. La maduración de estos quesos dura dos meses como mínimo.

Quienes vayan a disfrutar de este queso tienen que seguir unas recomendaciones muy sencillas. Tiene que conservarse en frigorífico pero hay que sacarlo entre 3 a 6 horas antes para que coja la temperatura ambiente.

La temperatura ideal del interior del queso está entre 22 y 25 grados.

Lo ideal es abrir el queso haciendo un corte transversal en el queso para que quede la corteza superior como una tapadera. El consumo puede realizarse sobre una tosta de pan o bien emplearse como ingrediente en multitud de platos.

Quien deguste un Queso de la Serena ha de saber que ya existían en la edad media impuestos que gravaban su consumo. Es una maravilla que ha atravesado el tiempo para llegar a los paladares de los gourmets más exigentes. Y además consumiéndolo se está contribuyen a mantener el ciclo de la economía verde.