La fiesta de Pero-palo, que se celebra estos días en Villanueva de la Vera, es una fiesta tradicional, misteriosa, muy típica y ancestral, que gira alrededor de un muñeco al que se condena a morir quemado, después de simular el juicio, de exhibirle por todo el pueblo, de exponerle al público en la ‘aguja’ y de someterle al escarnio público de las ‘judiás’, entre los dos bandos: los que le quieren salvar y los que le quieren torturar y matar. La organización estima que unas 5.000 personas se acercarán entre los días 22 a 25 de febrero a Villanueva de la Vera.

No se sabe a ciencia cierta si este elemento era un ladrón, un recaudador insaciable de impuestos, un guerrillero de la reconquista que fuera hecho prisionero y condenado en un sanedrín local, o quizás un violador y abusador de las mujeres del pueblo a las que engañaba y cautivaba previamente, valiéndose de su destacable presencia y embaucándolas con engaños y malas artes cuando bajaba de la sierra.

CONSTANCIA. El caso es que hay constancia de que, en el tribunal de la Inquisición, Santo Oficio de Llerena, se celebró una vista a la que tuvieron que acudir detenidos los peropaleros del pueblo, acusados de matar cada año a un hombre judío. Fruto de la buena defensa, de la agradable sensación antijudaica que exhibieron ante el tribunal o de la benignidad del mismo, la sentencia fue absolutoria y los peropaleros volvieron al pueblo libres de todo cargo y, además, agasajados por el rey, que en esas fechas iba camino de Portugal con la autorización y el estímulo para celebrar cada año esta parodia contra los judíos, fueron obsequiados con un regalo de alabardas de plata que sirviesen, de ahí en adelante, para ratificar la autorización y para dar fe de la buena organización de la fiesta, con la condición de que se conservasen en la parroquia. Desde entonces, sin ninguna interrupción, todos los años se ha venido celebrando este original simulacro, en el que se implica todo el pueblo.

Las fechas de celebración son movibles, coincidiendo con el carnaval, que depende siempre de las fiestas de la semana santa. Este año la celebración cae en los días 23, 24 y 25 de febrero.

Desde hace unos años para acá, el Día de la Cabeza o Día de la ‘Turra’ viene cobrando mucha relevancia. Pareciera que la gente está ansiosa por empezar cuanto antes, a celebrar estas exclusivas fiestas. Pero sin duda, todo el fin de semana siguiente, la celebración está llena de momentos interesantes y muy participativos. Así, el sábado a las cinco se procede a instalar la aguja o pedestal de madera en la que luego se expondrá al Peropalo, entre la rivalidad de los que no dejan que se instale y los que desean instalarla y conquistar su cima en señal de triunfo. También el sábado, al sonar las doce de la noche, en un lugar secreto que solo conocen los capitanes y los componentes de la cofradía peropalera, se confecciona el muñeco y luego se le lleva a la ‘aguja’, que es como la picota o patíbulo donde va a estar los tres días exhibiéndose, tras los frecuentes paseos por el pueblo, hasta que el martes se le “mate” definitivamente. Esos paseos de escarnio y exhibición terminan siempre con el rito de la ‘judiá’ o encuentro de los dos bandos, a favor o en contra de la condena, entrecruzándose en un humillante lance o paseo en el que casi llega a ser arrastrado por los suelos boca abajo, rozando sus atributos masculinos, su cara y su esbelta figura. Después se le devuelve a la aguja y se termina bailando siempre una multitudinaria y vistosa jota al son de los reiterativos sones de los tamborileros, acompañados de las coplas centenarias que se conservan desde muy antiguo y se cantan o recitan, en voz baja, casi simulando el tono de un rezo pagano.