Febrero amanecía frío, como las cifras de esta pandemia que nos parte, que sangra a borbotones por todos lados y que aquel mes de 2021 sacó al sector hostelero a la calle. Los camareros, esos trabajadores que se merecen un monumento, estaban quebrados por la situación «dramática, insostenible y funesta» que atravesaban. Ocuparon las plazas extremeñas para reivindicar su «derecho constitucional a trabajar» y a hacerlo de una forma «digna». Es terrible cómo el mundo puede cambiar en un chasquido.

A pesar de la profesionalidad con la que habían encarado la pandemia, lo cierto es que estaban al límite de su capacidad y al borde de la quiebra económica. Pero el covid va y viene, como un juego de ruleta rusa, y pocos días después la hostelería volvía a subir la persiana extremando la vigilancia del uso de la mascarilla, una vez que la incidencia acumulada descendía de los 500 casos por cien mil habitantes a los 14 días; y se reducía con ello el nivel de riesgo. Se levantaba además el cierre perimetral de la mayoría de localidades y el mundo volvía a girar.

Y siempre había motivos para la esperanza. De modo que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, eligió Mérida para la presentación del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española mientras Adif ultimaba la electrificación del AVE entre Plasencia y Cáceres. Para llegar hasta Badajoz habrá, eso sí, que esperar al año 2022.

Pero de ilusiones se vive. Porque ilusiones es lo que le hace falta a la ciudadanía, castigada por el acecho de un virus que no deja tregua ni títere con cabeza.

Cáceres vio el avance del proyecto para que el palacio de Godoy se convierta en un hotel de lujo. Tras meses de silencio, la empresa anunciaba los detalles para presentar una propuesta oficial en el ayuntamiento tendente a rehabilitar el inmueble histórico y reabrirlo como un macrocomplejo turístico de cinco estrellas en el corazón monumental de la capital cacereña.

Scipion Perú, la entidad que gestiona la iniciativa a través de Palacio de Francisco de Godoy SL, anunciaba que remitiría la documentación para que el consistorio valorara y diera el visto bueno al inicio de las tareas. Estimaron que este trámite podría demorarse un año y una vez que se aprobara la licencia de obras, calcularon que los trabajos de construcción se alargarían entre doce y dieciocho meses y otros seis meses para los acabados.

Godoy contará con una superficie construida de 5.800 metros cuadrados y otros 800 de jardín. La inversión total ascenderá a 13 millones de euros aunque la empresa siempre ha concretado que la compra de los inmuebles aledaños no están recogidos en este presupuesto. La entidad no pagará por el palacio ya que la Junta de Extremadura aportará dos millones a través de Avante en concepto de cesión del edificio histórico. Otros dos millones y medio son abonados en efectivo por los socios privados del proyecto y el resto por entidades financieras o nuevas aportaciones de los socios privados.

La propuesta respetará la fachada original del inmueble, sumará 72 estancias para los huéspedes, varias de ellas con salón propio, y tendrá espacio de cafetería y de jardín y zonas verdes. También contará con salones para convenciones y eventos y un restaurante que, según avanzó la empresa, prevé contratar a un chef de amplio prestigio internacional. En cuanto a los puestos de trabajo, estima que creará alrededor de 150 empleos entre los empleos de rehabilitación del edificio y las tareas para el funcionamiento general del hotel y mantenimiento de las habitaciones.

Hoy, con la mirada puesta en diciembre, diez meses después, solo queda esperar a que esta ruleta rusa se detenga y dé manga ancha a todo lo que aún nos queda por hacer.