Se nota que Manuela Caballero (Castuera, 1963) es una mujer que elige bien qué términos utilizar cuando explica. Deben ser gajes del oficio de profesora universitaria en Sociología, Aquí una breve clase. 

-La escritora Chimamanda Ngozi Adichie afirma que “el género es sociología”, ¿está de acuerdo?

-Sí, el género hace referencia a los roles, valores, estereotipos, etc. que cada sociedad asigna a sus miembros en función de su sexo y esta asignación ha generado importantes desigualdades entre hombres y mujeres. El proceso de socialización abarca todo el transcurso de nuestra vida, por eso es muy importante en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres incidir en todos los ámbitos.

-¿Es posible desprenderse de los estereotipos de género?

-Es difícil “desaprenderlos”. Este desaprender exige grandes cambios sociales y los grandes cambios sociales son lentos. Hay que estar atentos para no dar pasos en falso o atrás. Los últimos derechos que se conquistan son los más frágiles y los que tienen más posibilidades de perderse ante cualquier crisis.

-Algunas voces critican la hipersexualización que se hace de las mujeres desde niñas y que provoca la cosificación de estas  

-Es un efecto más de sociedades patriarcales en las que la mujer solo tiene valor si es sexualmente deseable. Y este efecto se extiende desde mujeres maduras, que se obligan a mantenerse con aspecto juvenil para considerarse sexualmente atractivas, hasta niñas utilizadas como modelos de alta costura. El locus de control no se sitúa en la mujer y sus necesidades sino en el atractivo sexual que el hombre hace de ella.

-A usted le interesa el medioambiente, defina el ‘ecofeminismo’  

-Más que ecofeminismo hay que hablar de ecofeminismos, en plural, aunque todos los ecofeminismos comparten el mismo principio: vincular la explotación destructiva de la naturaleza con la subordinación de las mujeres. A mi juicio lo que pone sobre la mesa el ecofeminismo es una profunda crítica al sistema de organización de nuestras sociedades derivado de modelos de producción y consumo insostenibles. Desde el punto de vista ecofeminista la producción debe estar ligada al mantenimiento de la vida en el planeta y distribuida con criterios de equidad.

-Usted dijo en un reportaje de este periódico que “el cuerpo de la mujer sigue siendo un campo de batalla”...

-Sí, en el sentido de que la mujer tiene la percepción de no ser dueña de su propio cuerpo, que otros pueden conquistar, invadir, utilizar. La sensación de no poder tomar decisiones sobre él libremente y que cada decisión íntima y personal se traduzca en un enfrentamiento público sobre su decisión de ser o no ser madre, de amamantar o no en público, de abortar o concebir.