Milagros Puertas Campos (Plasencia, 1962) lleva desde muy joven trabajando en el campo. Se echó novio en Palomero, a los 17 años se casaron y con 18 tuvieron su primer hijo. «Como mi marido se dedicaba al campo, ya nos quedamos aquí», explica. Pero reconoce que le habría gustado dedicarse a otra cosa y vivir en otro lugar. «En el campo se vive bien, pero los pueblos tienen sus limitaciones», explica. Tanto, que incluso crearon una asociación de mujeres.

¿Cómo ha conciliado el trabajo en el campo con las labores de casa y los hijos?

Ha sido muy duro. Por la mañana tenía que ir a recoger las aceitunas y también le echaba una mano a mi marido con el ganado. Luego llegaba a casa y tenía que preparar las cosas, hacer de comer, bañar a los niños… Con tres niños pequeños en el pueblo se pasa mal, al no haber guarderías ni nada. Luego me quedé también cuidando de mi madre, que estuvo 10 años en la cama y eso me limitaba mucho. Dos trabajos por uno.

¿Siente que si hubiera sido hombre lo habría tenido más fácil?

Bueno, puede que sí. En esa época los hombres no ayudaban en casa ni nada, mi marido llegaba de trabajar, se iba al bar a relajarse y cuando llegaba los niños ya estaban cenados y en la cama. Hoy esto ha cambiado un poco, lo veo por mis hijos. Trabajan ellos y ellas y se van ayudando. Eso lo veo fenomenal, ojalá me hubiera tocado a mí. No llegar de la aceituna cansada y encima a ponerte a hacer la cena, el baño de los niños, ¿las mujeres cuando descansábamos? En el caso del campo, se está bien. 

El papel de la mujer ha estado a la sombra, ¿ha cambiado?

Las mujeres en el campo no están reconocidas, al menos en mi pueblo. Aunque yo diría que el trabajo que hace la mujer no está reconocido en ningún lugar. En el caso de recoger aceitunas, sí puede ser igual. Pero preparar el olivo no es lo mismo. Puede que las nuevas tecnologías nos hayan ayudado. Ahora tenemos una máquina de estas de tractores grande y a mí me toca ir con la vara, o sea que me toca el trabajo más duro (risas).

Hicieron una asociación de mujeres en Palomero.

Sí, hace más de 30 años, porque no teníamos posibilidades de salir a ningún sitio. Hoy ha cambiado porque hay más coches, pero antes las mujeres o alquilábamos un autobús o no podíamos hacer nada. Ahora, de hecho, la juventud es más independiente y en la asociación nos hemos quedado las mayores. Las que menos edad tenemos somos las de 60 años. Vamos a tener que hacer una de gente mayor, que es lo que queda en los pueblos.

¿Por qué se va la gente joven?

Aquí todavía escasean cosas. Ahora mismo ni banco, antes teníamos uno que abría un día a la semana y la gente mayor se apañaba, pero ahora el más cercano está a 25 minutos en carretera. Lo mismo con las urgencias. También falta más apoyo. Si se apoyara más al campo la gente se quedaría porque no se vive mal. El problema es que no pagan el producto, los beneficios se los llevan los intermediarios y la gente está cansada. Nosotros tenemos que comprar para comer y el producto tuyo que has vendido a 4 céntimos, te lo cobran a 15 o 16. Hay mucha diferencia y para nosotros también han subido las cosas.