MUJERES QUE HACEN EXTREMADURA | EMPRENDIMIENTO | Ruth Vicente Borreguero Chef y dueña del restaurante Al Norte, en Jarandilla

«No asumen que tú, que eres mujer, eres la dueña del negocio»

«No asumen que tú, que eres mujer, eres la dueña del negocio»

«No asumen que tú, que eres mujer, eres la dueña del negocio» / TAMARA MILLANES NÚÑEZ

Ruth Vicente Borreguero (Jarandilla de la Vera, 1973) explica que es una chef «de vocación tardía» y considera que llegó de casualidad. Cuando se quedó sin trabajo decidió invertir en formación. Hoy es dueña de Al Norte, un restaurante de Jarandilla donde ha podido conciliar su vida personal, familiar y laboral. «Los comienzos son siempre difíciles y me la jugué, pero salió bien», dice.

¿Estaría más reconocido su trabajo si fuera hombre?

Yo creo que sí, aunque eso no quiere decir que no tenga mi reconocimiento. Hay gente que me conoce y viene al restaurante a verme. Pero al final las mujeres todavía tenemos que esforzarnos más que los hombres para alcanzar el mismo reconocimiento en este sector. La mujer en la alta cocina no ha sido tan reconocida. Cuando empecé nos daban chaquetillas de hombre, no se correspondía con nuestra forma, eran sacos. ¿Por qué algo unisex tiene que tener forma masculina?

¿Ha sido complicado ganarse la autoridad ante sus empleados?

Entre mis empleados he tenido de todo. Aunque soy la jefa, somos un equipo y es algo que me gusta tener claro. Sin embargo, hay quien me ha visto como jefa y compañera que es lo bonito y quien no me ha visto como jefa. Veces en las que he tenido que repetir algo más de una vez para que se cumpla. Seguramente si una orden la hubiera dado un hombre, los empleados la habrían tomado a la primera y a rajatabla. También puede ser que estemos con la escopeta cargada.

Está contribuyendo a romper un techo de cristal.

Creo que ese techo no se va a romper jamás. Se hace un avance pequeño y damos un paso de gigante hacia atrás, porque revivimos una y otra vez lo mismo. Trabajo en la cocina con mi mano derecha que es Víctor y hay gente que viene y asume que el dueño es él, o que es de los dos. Pero no se da el caso de que asuman que yo, que soy mujer, soy la dueña. Siempre tienes que estar explicando que eres la dueña, que es tu negocio y que eres tú quien se juega la pasta. Cuando hay que salir a dar la cara porque se ha cometido un error con un cliente, la que sale como dueña del negocio soy yo, aunque sea el camarero el que se lleve el primer golpe. Estamos para las duras y no para muchas maduras.

¿Cómo le gusta que sea su negocio?

Yo no entiendo la brusquedad en la cocina. En la cocina, primero porque estamos cara al público, me gusta hacer un servicio tranquila, sin gritos. Con el nivel de estrés normal, pero no con escándalos. Algo que he aprendido con Diego Guerrero, con quien trabajé en Madrid.

¿Ser mujer la ayuda en ese sentido?

En mi caso, soy una persona muy cariñosa en casa, mi pareja, mi hija… Me gusta cuidar de mis amistades y eso lo traslado a la cocina y a la gente que viene a mi casa. Me gusta transmitir eso a mis clientes. Al final, no necesariamente tiene que se algo masculino lo que esté en la alta cocina. La feminidad, la delicadeza y la sutileza son compatibles con la fortaleza y las ganas de hacerlo bien. Yo creo que, además, la mujer tenemos un punto de empatía que les falta a ellos y eso se lleva a todos los niveles. Es algo que transmitimos al 100%. Al final yo creo que se trata de hacer el trabajo de la mejor manera posible o de la mejor manera en que sabes hacerlo. No hay que compararse con nadie, sino pensar en ti.