MUJERES QUE HACEN EXTREMADURA | MUJERES RURALES | Ana Díaz Ganadera

«Siempre hemos estado en el campo, pero ahora se nos reconoce más»

«Siempre hemos estado en el campo, pero ahora se nos reconoce más».

«Siempre hemos estado en el campo, pero ahora se nos reconoce más». / CEDIDA

Ana Díaz (Cáceres, 1987) se crio con su familia materna tras la separación de sus padres. Su abuelo era ganadero y esa influencia le fue alimentando la ilusión por el campo. «Nunca pensé que fuera a acabar siendo ganadera». Con 25 años asumió la tarea de encargarse de 400 cabras y 90 vacas. Ahora hace 70 kilómetros diarios para llegar a su explotación, ubicada en Alcántara. Eso sí, con mucho más cuidado que antes debido a su embarazo: «A la gente le digo que estoy embarazada, no enferma», explica. Una muestra de la importancia de la mujer rural «es la que fija la población en los pueblos», apunta Ana. 

¿Qué le gusta más de su trabajo?

Todo. La satisfacción de llegar y ver un nacimiento. Lo agradecidos que son los animales que por cualquier cosa están ahí. Tengo animales que he criado a biberones y ahora tienen 6/7 años que son adultos por decirlo así y vienen a buscarte como si tuvieran cariño hacia ti. Es impresionante. A mí me encanta. Es muy gratificante. También la libertad, tenemos flexibilidad de horario. 

¿Cómo es trabajar en el campo estando embarazada?

Lo llevo bien, pero te limita porque el peso, la fuerza, tienes que tener cuidado con los animales para que no te den una patada… hay cosas que no puedes hacer. Antes una vaca se ponía de parto y ponías las cuerdas, las máquinas y yo tiraba del becerro. Eso yo ahora no puedo hacerlo. Necesito llamar al veterinario porque corre mi vida peligro y hay que pensar por dos.

¿Está reconocido en la actualidad el trabajo de la mujer en la ganadería?

La mujer siempre ha estado en el campo. Mi abuela, mi madre… siempre han ayudado a mi abuelo. Es verdad que no se ha reconocido tanto como hasta ahora, porque ahora podemos estar dadas de alta. La titularidad compartida es un gran avance, es importante que en un matrimonio que trabaje en el campo puedan estar los dos dados de alta. Antiguamente como no se podía, se daba de alta él solo y ella estaba por detrás. Hoy veo que poco a poco se va evolucionando y se va reconociendo a la mujer en el campo.

¿Alguna vez la han tratado diferente por ser mujer o la han cuestionado?

No me han cuestionado por ser mujer, pero sí se extrañaron al principio porque empecé muy joven con la ganadería. La gente me decía «una cría, ¿qué hace con el ganado?». Pero siempre me han ayudado. Sobre todo, la gente más mayor. Entre lo jóvenes observo más rivalidad, en vez de ayudarnos, lo noto más ahora. Con las nuevas tecnologías además la cuestión de la fuerza ya no es tan determinante. Yo creo que es más cuestión de mañana que de fuerza. Ahora sí me veo más limitada por mi embarazo, no por ser mujer. Al final me las ingenio para poder hacer las cosas.

¿Siempre quiso ser ganadera?

Me crie rodeada de campo y, aunque tengo el módulo de administrativa, al final siempre he trabajado aquí. Es cierto que en el campo se necesita, en la actualidad hay que tener un nivel mínimo de estudios. Ya no es como antes, tenemos que estar innovándonos. Es necesario que nos valoren más, no somos bichos raros. Damos de comer a la ciudad, a los pueblos, al mundo. Ahora lo miro y pienso que fui muy arriesgada, pero me siento muy contenta porque todo lo que estoy logrando es por mí y mi trabajo.