MUJERES QUE HACEN EXTREMADURA | CUIDADOS | Rocío Cortés Presidenta del AMPA de Casar de Cáceres y ganadera dueña de su propia explotación

«La igualdad todavía no es real en la conciliación»

Rocío Cortés, en su explotación.

Rocío Cortés, en su explotación. / CEDIDA

Rocío Cortés (Casar de Cáceres, 1989) es dueña de su propia explotación, presidenta de la Asociación de Madres y Padres de Alumnos (AMPA) de Casar de Cáceres y madre de dos niños de 9 y 2 años.

Como presidenta del AMPA, ¿cómo se trabaja en coeducación?

Se imparten talleres por parte de profesionales para formar a los docentes y a las familias en cómo debemos trabajar con niños y niñas y cómo debemos afrontar ciertas situaciones.

Las familias, ¿están conciencias y trabajan de la mano con las escuelas o queda camino por delante?

No lo están, todavía hay muy pocas personas que acuden a estos talleres. Son escuelas para los padres y creo que hay mucho trabajo aún. El otro día hablé con la directora de la escuela infantil a la que va mi hijo, Zarapico, y me dijo que ha venido bien que hagamos esas charlas para los docentes y las familias porque vamos dando pasos atrás, los niños no saben gestionar sus emociones. Hay una carencia ahí y para ello queremos conseguir formar a las familias para que ese tiempo que están con los hijos sea de calidad.

¿Sigue recayendo el cuidado de los hijos mayormente en la mujer o se trabaja más en corresponsabilidad en las casas?

Se trabaja para que sea algo equitativo en ambas partes, madre y padre. Pero en general ya hablamos de familias, que pueden ser muy diversas: dos padres, dos madres… En las familias con padre y madre, la mayor parte de la responsabilidad la asume ella. Si en algún momento se pone malo el niño, ella deja de trabajar o pide una excedencia en el trabajo… Esa igualdad no es real todavía en la conciliación.

¿Cómo ha sido para usted conciliar maternidad, ganadería y AMPA?

Lo he tenido bastante fácil. A raíz de tener a nuestro hijo pequeño, mi marido se está ocupando del tema del campo y yo del burocrático. Paso más tiempo en casa, pero si tengo que ir a la explotación, nos adaptamos a los horarios en que los niños están en el colegio. Tengo flexibilidad y concilio bien, es la parte buena de ser autónoma.

Como dueña de una explotación, ¿la han tratado diferente por ser mujer?

Sí. El hecho de ser mujer y estar en un mundo muy masculinizado, hace que te miren con escepticismo. A mí que me gusta pintarme y arreglarme, que soy muy femenina, la gente me mira de forma rara cuando digo que soy ganadera. Son personas que no me creen y hacen muchos comentarios. El hecho de ir al campo, no significa que tengas que ser una persona que no sabe hablar o tenga que ir sucia por la calle.