Existe un trabajo invisible, con un escasísimo reconocimiento y, generalmente, sin remuneración: el ámbito de los cuidados. Un ámbito en el que a lo largo de la historia y en la actualidad abundan las mujeres. Ese rol es asumido por ellas, inconscientemente en muchas ocasiones.

Las mujeres terminan desarrollando en mayor medida las tareas domésticas, el cuidado de los hijos, el de familiares enfermos o personas mayores. Oxfam detalló en su informe ‘Tiempo para el cuidado’ publicado en enero del 2020 cómo son ellas de forma global a lo largo y ancho del planeta las encargadas de asumir el mayor volumen de trabajo de cuidados. Se extraen algunos asuntos interesantes de ese informe: en ningún lugar en el mundo los hombres lo realizan de forma superior; tres cuartas partes de estos trabajos son llevados a cabo por mujeres y niñas, sin reconocimiento; es común observar a mujeres que deciden reducir sus jornadas laborales o, incluso, abandonar sus empleos, para poder realizarlo por verse sobrepasadas. El CSIF sacó en febrero de 2021 el Informe brecha salarial de género, en el que se muestra que una mayoría arrolladora de personas que trabajan a tiempo parcial son mujeres (94’18%).

Hay otras consecuencias de ello y se puede traducir en cómo ese rol fomenta una brecha de género que disminuye la calidad de vida de las mujeres o su capacidad económica. Además, si se atiende a las profesiones que se han entendido como feminizadas, observamos unas muy ligadas a ese rol de cuidados y crianza: magisterio, enfermería, pedagogía, educación social… Algo que puede suponer un reflejo de cómo esos roles de género se han ido arraigando en la mentalidad de la sociedad.

En marzo del 2019, la Organización Internacional del Trabajo lanzó el informe ‘Un paso decisivo hacia la igualdad de género: En pos de un mejor futuro del trabajo para todos’, que puso de manifiesto las diferencias de género y los obstáculos estructurales que encuentran las mujeres en su acceso al trabajo «incluido el trabajo de cuidado no remunerado», puede leerse. Se estimaba que, de continuar así, la brecha de género en los cuidados no se cerraría hasta pasados más de dos siglos.

En algunos artículos y estudios queda reflejado, además, que aquellas profesiones con mayor presencia femenina obtienen una peor remuneración que otras en la que la mayoría son los hombres. También se observa que, incluso en aquellas profesiones en las que abundan las mujeres y son más feminizadas, los puestos directivos son ocupados por hombres.