Fue un ejercicio de pura resistencia, como aquellos que protagonizó hace cuatro años para, en constante agonía, ir subiendo peldaños hasta alcanzar la final del Mundial. Era más prosaico el objetivo este jueves, apenas superar la fase de grupos, pero el sufrimiento fue idéntico. Finalmente, Croacia logró su objetivo y estará en octavos de final como segunda de un grupo cuyo sorprendente líder ha sido Marruecos. Los balcánicos se cruzarán con Japón, el campeón del grupo de España.

La cara b de la tarde fue para una Bélgica que en el estadio Ahmad bin Ali vio morir la mejor era de su historia, la liderada por los Hazard, Lukaku y De Bruyne. Tuvo ocasiones suficientes en la segunda mitad para lograr el objetivo del gol que le habría clasificado, pero su poderoso ariete las erró todas. Y fueron unas cuántas. El destino quería que así fuera su final, cruel y envenenado por el presunto clima irrespirable de su vestuario.

Y eso que Roberto Martínez se rindió al fin a la evidencia de que Eden Hazard ya no está para citas de esta envergadura. Hasta ahora había bendecido al madridista con una confianza ilimitada, pero a la hora de la verdad pesaron más los nulos méritos presentes que los abundantes y lustrosos del pasado. También relegó a la suplencia a Batshuayi, configurando un ataque muy móvil, con De Bruyne, Mertens, Trossard y Carrasco intercambiando sus posiciones constantemente.

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Mundial de Qatar | Croacia - Bélgica. Agencias

Demasiado miedo

La apuesta no surtió el efecto deseado porque el miedo atenazaba a ambas selecciones. Más todavía cuando a los tres minutos llegó el primer tanto de Marruecos, allanando una victoria africana que convertía el duelo en un pasaporte de eliminación asegurado para uno de los dos contendientes. Y a Croacia el empate le valía para seguir viva.

Todo pudo cambiar en el minuto 15, cuando el árbitro señaló penalti en un toque demasiado suave de Carrasco a Kramaric. A Bélgica (y al colegiado) le salvó un fuera de juego milimétrico como pocos en la historia de Lovren en un momento anterior de la jugada. Se acabó tomando la decisión correcta, pero descorazona esta geometría del VAR, más aún con la tecnología del fuera de juego semiautomático. Quizá todo sea más justo, pero también es más artificial, menos futbolístico.

Poco más sucedió en una primera parte muy anodina, tampoco demasiado animada desde las gradas, pues la croata y la belga son de las aficiones menos numerosas de las 32 que han desembarcado estos días en Qatar. Entre las dos, todo sea dicho, se salvaba la balcánica, mucho más apasionada en el estadio Ahmad bin Ali.

Sale Lukaku

Quien debía arriesgar era Bélgica y por eso Roberto Martínez tiró del renqueante Romelu Lukaku tras el descanso. Un cambio que consiguió en parte el efecto deseado, puesto que el potente ariete gozó de tres ocasiones muy claras en los 15 primeros minutos del segundo tiempo, especialmente un chut al palo que se después se paseó por la línea de gol. El reverso para los belgas fue que Croacia entró también en ese juego, forzando a Courtois a realizar dos buenas paradas en ese tramo, ante sendos golpeos de Brozovic y Kovacic.

Croacia - Bélgica | Todos los fallos de Lukaku

Croacia - Bélgica | Todos los fallos de Lukaku. MEDIAPRO

El partido pasó de nuevo a una fase más templada hasta que en los minutos finales Bélgica tuvo que arriesgar (salió Hazard en el 87 incluso). Y ahí volvió a aparecer Lukaku... para fallar todas y cada una de las ocasiones de las que dispuso. Un final triste para la mejor generación que jamás vio el fútbol belga.