Crónicas Mundiales

Gol histórico, dopaje y brujería: el curioso paso de Haití por el Mundial (1974)

Del heroico goleador Sanon al villano Ernst Jean-Joseph, sancionado por dopaje y torturado en su país

Haití participó en el Mundial de 1974

Haití participó en el Mundial de 1974 / Getty

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Un invitado sorpresa se coló en el Mundial de 1974: Haití conquistó la plaza de la CONCACAF, que tradicionalmente había sido para México, presente en seis Mundiales consecutivos, entre 1950 y 1970.

La selección del país más pobre de América había crecido muy rápido en poco tiempo gracias a la inversión y el apoyo del presidente François Duvalier, que había ganado democráticamente las elecciones de 1957, pero que no tardó en convertirse en el dictador del país.

Duvalier, médico de profesión y conocido como ‘Papa Doc’, instauró a partir de 1961 una dictadura implacable y creó los llamados ‘tonton-macoutes’ (‘hombres del saco’), una especie de policía secreta que mantuvo aterrorizada a la población durante décadas. 

Duvalier murió en 1971: no llegó a tiempo de ver a su selección en un Mundial. El honor le correspondería a su hijo, Jean-Claude (apodado ‘Bebé Doc’), que le había sucedido en el cargo.

Haití tuvo un debut complicado: el 15 de junio de 1974 jugó en Múnich ante Italia, que venía de ser subcampeona del mundo. Y tenía a Dino Zoff, uno de los mejores porteros del mundo, que llevaba 1.143 minutos imbatido (seis partidos de clasificación para el Mundial y seis amistosos). 

El héroe Sanon

Pero Haití sorprende al inicio de la segunda parte, con un gol de su mejor jugador, Emmanuel Sanon. Italia revive sus fantasmas de 1966, cuando fue eliminada por Corea del Norte, pero remonta y gana 3-1. 

Sanon marcaría también ante Argentina, en la derrota haitiana por 3-1: los dos únicos goles de Haití en un Mundial llevan su firma. 

Los haitianos protagonizaron también el primer caso de dopaje en la historia del Mundial: tras perder ante Italia, en la orina de Ernst Jean-Joseph se encontraron restos de efedrina y el futbolista fue inmediatamente expulsado del torneo.

El jugador aseguró que había tomado un medicamento para combatir el asma, recetado por el médico de su selección.

Pero el médico de la selección de Haití, el francés Patrick Hugeaux, lo desmintió y llegó a decir que Jean-Joseph era “demasiado estúpido” para saber qué estaba tomando.

Temeroso de la reacción de los gobernantes de su país, pidió asilo político en Alemania, pero antes de que el trámite pudiera llegar a las instancias correspondientes, Jean-Joseph desapareció misteriosamente de la concentración de su equipo, presumiblemente secuestrado por los ‘tonton-macoutes’.

Inquietos por su compañero

En un clima de extrema tensión, y preocupados por su compañero, los haitianos prepararon su segundo partido, ante Polonia. La leyenda cuenta que la federación del país centroamericano contrató a un brujo para que maldijera a su rival. 

El resultado fue abrumador: Polonia ganó 7-0. Al brujo se le pidieron explicaciones y contestó diciendo que había creado un conjuro para maldecir una de las dos porterías, pero que se había equivocado de portería. 

Afortunadamente, en vísperas de su tercer partido, ante Argentina, los jugadores de Haití recibieron una llamada tranquilizadora: Ernst Jean-Joseph llamaba desde el otro lado del Atlántico diciendo que estaba bien. 

Luego se sabría que había sido torturado y condenado a dos años de cárcel por haber deshonrado al país.