Escritor

El gran problema de Aznar es que nos quiere a todos uniformados, y parece ser que Rajoy va a seguirle a pie juntillas.

Es una equivocación, en donde han fracasado además el partido del PP y, lo que es peor, ha arrastrado a otros como el pobre Redondo Terreros, que por si le faltaba poco para demostrar que era bajito, sólo le faltó querer que los vascos lo fueran también.

Y si bien es cierto que ser vasco no quiere decir ser alto (ahí está el Atlético de Bilbao, que son todos bajitos) lo que no se puede ser tampoco es alta y delgada como tu madre, morená saladá.

Hay que ser dispares, dentro de un orden general. El caso de los catalanes es un ejemplo vivo. ¿Cómo vamos a ser todos como Piqué, Dios mío...? ¿O cómo vamos a ser todos como Llongueras? No, por Dios, pero lo que sí debemos aspirar es a que podamos medir nuestras diferencias para saber qué es lo que nos merecemos y hasta dónde poder llegar. Es decir, que por poner un ejemplo, el Senado como está no puede sobrevivir porque el Senado en España está muerto. Muerto. Y es así.

Que el Senado dé validez a lo que se aprueba en el Congreso de los Diputados no es suficiente. Un país tan diverso como es España no puede perder más el tiempo en esta tesitura, y sobre todo no se puede seguir en la tesitura del que no está conmigo está contra mí, reflexión que lo mismo vale para el partido que gobierna como para los que miran o gobiernan autonomías o nacionalidades --siendo benévolos al llamarlas así, y porque no digan de uno que no está por la cuestión--.

Yo creo que estos cuatro últimos años han sido pródigos en acontecimientos contra natura. Un acontecimiento contra natura fue el asesinato de Miguel Angel Blanco, pero todo lo que vino después fue nefasto.

No se encauzó bien porque se hizo por el nacionalismo español.

Y, finalmente, la guerra, que ha sido infumable.