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as palabras se las lleva el viento, PERO para que queden está El Periódico de Extremadura. De los 95 años que tiene, mi responsabilidad en la presidencia de la Junta de Extremadura abarcó un cuarto de esa prolongada vida. Antes de que la Autonomía naciera en 1983, la situación de la Región estaba descrita por un periodista así: Mientras la población activa en España crecía el 1.7 por 100, en Extremadura disminuía el 26,4 por 100. Era un dato, junto a otros muchos más, que venían a incidir en la negativa realidad de la tierra. Y un lapidario titular se leía en el periódico regional ‘Hoy’: «La situación extremeña, de las peores de España».

Otras cifras, frías pero elocuentes, podrían ser las de que la renta creció en nuestra región en febrero de 1979 el 105,03 por 100 frente al 191,39 de la renta nacional, y que la población activa industrial pasó de 52.700 a 39.300 personas y por ley económica natural, aquellas regiones más desarrolladas tendían hacia el progreso en proporción geométrica respecto a las más paupérrimas. De ahí el gran reto que tiene planteada nuestra incipiente y tibia autonomía.

En los 60 años de existencia de este periódico hasta que se inició la Autonomía en 1983, no hubo un solo año en el que Extremadura ocupara un lugar destacado en la economía nacional. Y por eso suenan tan cínicas las voces de quienes dentro y fuera de Extremadura me acusan de haber dejado a nuestra tierra en el último lugar de las regiones españolas después de 24 años de gobierno. Quienes eso dicen nunca tuvieron la honradez de reconocer en qué posición se encontraba la región cuando yo empecé a gobernar, ni han valorado los grandes avances habido en el desarrollo de Extremadura y su acercamiento a la media española. Cualquier comparación con la realidad actual haría enmudecer a tanto agorero que pretende que Extremadura pase de la cola a la cabeza sin querer arriesgar absolutamente nada.

O si no, miren lo que está pasando con la construcción del complejo turístico-deportivo y de ocio Marina Isla de Valdecañas, o con la negativa a la construcción de una refinería en Los Santos de Maimona. Una instalación industrial del siglo pasado, según la terminología empleada por los que se oponían a que se hiciera en Extremadura.

Pero, si del siglo pasado era el petróleo negro, parece que va a ser de mediados del siglo XXI el llamado por los economistas el petróleo blanco, sobrenombre por el que se conoce al litio.

Este metal blando y pegajoso se utiliza para

fabricar baterías de iones de litio o Li-Ion que no

solo están presentes en todo tipo de dispositivos móviles como smartphones, tabletas y ordenadores portátiles, sino que actualmente son una de las mejores opciones para alimentar vehículos

eléctricos debido al alto rendimiento

proporcionado tanto por su densidad energética como por sus ciclos de carga. Alguien, sin encomendarse ni a Dios ni al diablo ya ha dictado sentencia: ¡No a la mina de litio!

Mientras tanto, la mina de níquel de Monesterio duerme el sueño de los justos; no encuentran en medio Ambiente razones para decir que no, pero tampoco sacan una resolución para decir que sí.

En Mérida se espera la respuesta definitiva para la instalación de una gran planta azucarera. Tanto está tardando en decidirse que, cuando se den cuenta, la protesta de unos cuantos hará que el proyecto se demore más y más hasta que muera por aburrimiento.

Así que en Extremadura no se permite la instalación de factorías pesadas porque se deteriora el medio ambiente; tampoco se autorizan instalaciones de ocio, deportivas y residenciales porque Europa decidió proteger el 25% del espacio extremeño. Cuando intentamos hacer producir los grandes latifundios, nos encontramos con la incomprensión de jueces y medios de comunicación que consideraban políticas antiguas y fuera de la modernidad europea. Cuando nos opusimos a la construcción de una nueva central nuclear en Valdecaballeros, esas de las que no quiere nadie, se nos acusó de trasnochados e insolidarios con la producción energética española. Y ahora que aparece en Extremadura lo que los economistas han calificado como el petróleo blanco, algunos políticos ya han sentenciado. Si tuviéramos minas de níquel, refinería, complejos turísticos-deportivos, azucarera, litio…, ¡el AVE vendría solo!

De nuevo el progreso viene en busca de Extremadura. Energías alternativas, baratas

y no contaminantes para los coches, y litio para

sus baterías. Las dos cosas abundan en

Extremadura. ¡Ojalá que dentro de 5 años podamos volver a felicitar a El Periódico Extremadura por su centenario y ojalá que sus páginas sirvan para concienciar a todos de que nunca podremos estar en la cabeza del desarrollo si siguen primando los intereses de los acomodados sobre las necesidades objetivas de los extremeños! Mientras tanto, ¡Feliz nonagésimo quinto aniversario! k