Hice mis primeras prácticas de periodismo en esta casa en 1997. Volví como trabajadora pocos años después y fue entonces cuando descubrí que no me había equivocado cuando elegí quedarme en Extremadura y trabajar en un medio regional. Ese periodismo que algunos denostan porque les parece «pequeño» se escribe para nosotros en mayúsculas. A veces con más acierto y otras con menos somos contadores de lo cercano, de lo que nos rodea y eso añade un plus a la profesión. No es tarea fácil ser periodista de provincias aunque pueda parecerlo. Las alegrías y los sinsabores se reparten por igual. En ‘el Extremadura’ he aprendido qué significa ser periodista y también el valor de lo que hacemos, papel que debemos reivindicar, no por una cuestión de ego, sino porque desde nuestras páginas también tratamos de contribuir cada día a hacer ciudad y a hacer región, dando voz a quienes rigen los destinos de los ciudadanos, pero también a la gente de a pie, que tiene mucho que decir.

EN ESTA CASA no solo he podido

realizarme profesionalmente, además he conocido a compañeros que se han convertido en grandes amigos. Algunos de ellos continúan en este periódico, otros ya no están, pero todos siguen formando parte de mi vida. Solo por eso ha merecido la pena mi paso por las redacciones de Badajoz y Cáceres. Juntos hemos pasado momentos muy buenos y otros verdaderamente duros. Ahora toca compartir con todos la alegría por haber cumplido estos 95 años, por seguir aquí pese a los obstáculos y por creer que aún serán muchos más. Y en mi caso lo comparto con quienes lo han hecho posible, que son las personas que estuvieron a mi lado en los momentos duros y quienes celebraron conmigo las satisfacciones. También con quienes no paso todo el tiempo que debiera por esta profesión, especialmente con mi hijo y mis padres, y, sobre todo, con aquellos que cada día abren las páginas del periódico decano y leen nuestras informaciones: los lectores.

Alguien que pasó por este periódico me dijo una vez que en ‘el Extremadura’ «sentimos los colores». Es cierto. La ‘cabecera verde’ es nuestro orgullo y verla en el quiosco cada mañana un reto diario. Espero que así sea, como mínimo, otros 95 años más. k