Era junio de 1997, coincidiendo con las fiestas de San Juan, cuando inicié mi andadura como Corresponsal en Coria del Periódico Extremadura. Una cámara de fotos con carrete -de las que ahora permanecen guardadas en los cajones de multitud de redacciones de periódicos- y una grabadora de cinta de cassete con pilas, de las que apenas hoy día casi nadie ya escucha. Esas fueron mis dos herramientas de trabajo que me acompañaron en mis inicios en este periódico en el que hoy día sigo plasmando noticias, entrevistas y reportajes, aunque todo con una celeridad que contrasta con la forma de trabajar de hace algo más de dos décadas.

Un trabajo que comencé

ese año de la mano de Pepe Higuero, al que recuerdo sentado en una mesa de su despacho de director con una pajarita en las oficinas que se encontraban en la calle Camino Llano. Solo nos separaba una mesa repleta de papeles. Me senté en una silla frente a él y me preguntó. ¿Qué quieres hacer en el Periódico?. Recuerdo que le respondí: «Trabajar». Desde ese momento abrió un cajón del que sacó una cámara de fotos y una grabadora que me puso sobre la mesa indicándome que empezaba al día siguiente. A partir de ese momento y un día tras otro, las teclas de la máquina de escribir primero, y las del ordenador después, no han cesado, y así hasta que han pasado más de dos décadas. Un largo tiempo que ha modificado por completo la forma de trabajar, como el día y la noche.

Empecé enviando los

carretes de fotos dentro de un sobre con el autobús de línea que cada día salía de Coria a Cáceres con el consiguiente retraso que eso conllevaba, ya que el lector no vería plasmada la fotografía en la edición de papel hasta el día siguiente. Una lenta tarea que contrasta con el método que hoy día ofrecen las nuevas tecnologías con las ediciones digitales de los periódicos, que permiten mostrar al público una fotografía en el mismo momento de realizarla. Ahora se informa más rápido, aunque quizás esa celeridad hace más difícil bucear y pulir la información, no hay tiempo. Todo tiene sus ventajas e inconvenientes.

Unos inicios que quedan

muy lejos cuando se echa la vista atrás. Aunque, no tanto en lo humano, ya que como si fuera hoy mismo, sigo teniendo muy presente a muchos compañeros. Unos han optado por tomar nuevos caminos y otros, lamentablemente, ya no están, como son Matías Rumbo y Enrique Higuero, con los que empecé esta andadura aprendiendo y a los que sigo teniendo muy presente.

Entre todo esto, el tiempo

sigue pasando implacable y las teclas del ordenador siguen sonando, incluso, hasta para escribir este artículo que en 469 palabras intenta resumir dos décadas, con días de espinas y rosas. k