Nunca había estado en Cáceres, ni creo en los fantasmas, pero de alguna manera el amor que tenía mi tocaya por su tierra hizo que cuando llegué a esta ciudad fuera como si ya la conociera». Con una cita literal de Carmen Posadas arrancaba mi primer artículo en el Extremadura, el 15 de febrero de 2013. La escritora había acudido a la capital cacereña para recoger el galardón del Premio Internacional de Periodismo de la Fundación Mercedes Calles y Carlos Ballesteros.

ERA mi primer día en Cáceres, al igual que para Posadas, y José Luis Bermejo me mandó a cubrir esa información nada más pisar la redacción del decano. Con el gps del móvil fui recorriendo calles hasta llegar a la plaza de San Jorge, lugar donde estaba la Fundación, en pleno corazón del recinto amurallado. Cinco años después, aún recuerdo ese momento mágico de alzar la mirada y ver los majestuosos torreones blancos de San Francisco Javier.

Pero no se engañen, mi relación con el Extremadura no viene solo de aquel flechazo con San Jorge. Cuando tenía diez años visité la rotativa que este periódico tenía en Plasencia. Mi tío Julio Hidalgo nos hizo un recorrido por las instalaciones mientras yo alucinaba viendo esa montaña rusa para periódicos. Con su humor particular siempre me aconsejaba que no estudiara periodismo porque no iba a salir de pobre pero, como pueden comprobar, no le hice caso.

TRAS UN AÑO en Cáceres me trasladé a Mérida, donde cuatro años después sigo contando historias pegadas a la realidad de una sociedad que merece ser informada con mimo. Esta profesión requiere mucha entrega, pero sobre todo pasión, la que han puesto todos los que han hecho posible que el Extremadura cumpla hoy 95 años de historia siendo un referente informativo y una seña de identidad para esta tierra. k