Siglo XXII, 1 de abril de 2113. Tras 95 años de hibernación, Guadalupe se despereza, salta de su cápsula, se acerca al cuadro de mandos, desorientada por tanto tiempo de letargo, extrae el nanobot de El Periódico Extremadura y se lo inserta en su pupila. Los nervios y la necesidad de saber qué ha ocurrido le motivan a parpadear deprisa, pero es consciente que cada parpadeo significa una noticia mal asimilada y se trata de una información elaborada con honestidad, con veracidad, imparcialidad y responsabilidad, tal y como lleva haciendo 190 años El Periódico Extremadura. Quiere calma, se demanda sosiego para su análisis. De repente, se topa con la noticia sobre su tránsito que le indigna. Desea precisar. Inmediatamente se transfiere a la redacción del diario. El autor del texto la espera. Sabía que su imagen tridimensional arribaría; el vertiginoso parpadeo de Guadalupe anunciaba su presencia. Los algoritmos se encargan de dirigir a la humanidad.

En esta ucronía la protagonista lee un

diario elaborado exclusivamente para ella, basado en sus gustos e inquietudes. Un periódico individualizado, distintivo, que nadie ojea más que ella, que contiene múltiples recursos lingüísticos, que se basa en sus experiencias y en sus sentimientos, y en el que ella determina cómo interviene en su producción.

Resulta papable que el futuro de los medios depende de las tecnologías. No se hablará de soportes, sino de multiplataformas y en este ecosistema saturado de contenidos, el periodista jugará el papel fundamental. No sólo se encargará de la jerarquización y segmentación de la información, sino de exponer un modelo informativo ininterrumpido con recursos táctiles y hasta olfativos y gustativos, tridimensional y envolvente. Por ello, debemos redefinir nuestra identidad, contar con el coraje de reinventar la profesión porque la oferta informativa alterará el espacio, el tiempo y el lenguaje. Nadie sabe cómo será el Extremadura dentro de 95 años; ni cómo seremos en 2113, pero sí conjeturamos que los medios no serán tal y como los conocemos. El nacimiento de la web imprimió a nuestra existencia un ritmo vertiginoso: Hace 27 años aparecieron los navegadores de internet, 18 años del lanzamiento de Facebook y 16 de Twitter, y así podemos sumar acontecimientos singulares a estos trepidantes siglos XX y XXI. El XXII se infiere más estimulante y excitante si cabe. k