La primera vez que entré en la redacción de El Periódico Extremadura tenía 19 años. Era junio de 1991. Nada más llegar me atendió un tipo con aspecto de periodista de garra. Luego supe que se llamaba Carracedo y que era un crack.

--¿Qué desea?

--Hacer prácticas este verano.

--Tendría que haberlo pedido antes.

--Ya, pero estudio en Madrid y no lo sabía.

--Ya, pero es que casi todo el mundo suele estudiar periodismo en Madrid.

-Ah-- dije hundida. Debí darle pena.

--¿Y qué sección te interesa?

--Deportes por Pedro Delgado e Induráin, que lo están ganando todo.

--Ya, pero las noticias nacionales vienen redactadas por teletipos...

no sé cómo me dieron un puesto

en la sección de Local-Cáceres. Y pronto supe que el periodismo ‘de verdad’ era mentira. El periodismo ‘de verdad’ solo existe en los cuatro medios nacionales. Todo lo demás es periodismo ‘real’, tocando tierra, con los pies en el suelo… Pronto supe que la buena prensa local nunca está hecha, que la debe hacer el periodista amasando su noticia largas horas en el ordenador. Pronto supe que en una pequeña región como Extremadura y en una pequeña ciudad como Cáceres no hay grandes exclusivas, que las noticias que interesan al lector hay que sudarlas, patearlas y tejerlas a base de fuentes. Pronto supe que no había horas suficientes para hacer bien este trabajo, que solo en las películas los periodistas comen con sus contactos y rematan el día en el teatro. Pronto supe que las mujeres de la prensa no llevan tacón, sino botas bajas y vaqueros para aguantar el tipo.

PRONTO SUPE que en el periodismo regional y local no hay terremotos ni cumbres de jefes de Estado, sino grandes reportajes ocultos en las vidas de personas corrientes que ni siquiera saben que tienen historias que contar; tampoco hay Amancios Ortegas ni artistas internacionales, sino vivencias humanas que te emocionan o te parten el alma en las entrevistas. Pronto supe que en el periodismo ‘real’ no existen los conductores de empresa, salvo la moto generosa del fotógrafo, ni éxitos, porque al periodista de prensa nadie le conoce. Pronto supe que si no tomas posición política nunca te darán palmadas en las instituciones. Pronto supe que había que sacrificar la vida personal... a veces demasiado.

Y AHORA SÉ que Este trabajo

es pura vocación, porque de otra manera El Periódico Extremadura no hubiera llegado a los 95 años. Ahora sé que todos los que aquí trabajamos amamos esta tierra con tanto por contar y por lograr. También sé que una región tiene su verdadera memoria en las columnas de un periódico; y sobre todo que en esta redacción no sabemos hacer otra cosa más que continuar escribiendo por nuestros lectores; nosotros seremos lo que ustedes quieran de su prensa. Dicen que las publicaciones en papel se mueren, pero Extremadura necesita su periódico, y nosotros les necesitamos a ustedes. Sin lectores no hay periodismo. Sin periodismo no hay libertad. Sin libertad no hay futuro. Hagámoslo juntos. k