Montó su primera exposición en el sala del Colegio de Arquitectos de Badajoz en el 1990 y ha vuelto, 16 años después al mismo espacio con una instalación especialmente diseñada para conmemorar el veinticinco aniversario de la entidad. Es Lourdes Murillo, pintora. Y vuelve a esa especie de útero que forma parte de su paisaje interior, cuando es una de las artistas más apreciadas del arte contemporáneo extremeño, con un bagaje basado en la búsqueda de lo esencial.

En este caso, vuelve con un políptico que más se asemeja a una instalación, un medio de expresión en el que Murillo se siente plena, divertida y locuaz, porque, dice que "colgar cuadros es muy fácil", mientras que "las instalaciones son todas diferentes", aunque "en ocasiones tienes la sensación de que te faltan cómplices".

Cuando se le pregunta por su último trabajo, Los de la tarde , explica que es una instalación con 50 cuadros basados "en los colores de la tarde, aunque no me gusta dirigir, prefiero que la gente que decida", a veces con ayuda de un grupo de amigos y expertos en arte, y en su pintura, que acercan su creación al público con sus textos y poemas.

En estos tres lustros, Lourdes Murillo ha mostrado su obra, además de en Extremadura, en Madrid, Málaga, Portugal, Italia, Granada, Marbella, Barcelona, Sevilla, Mallorca, en museos, salas de exposiciones y galerías, o en ferias como Arco y Foro Sur.

De sus distintas épocas, de su evolución, la artista evoca las instalaciones que hizo en una iglesia de Siruela, "que no es propiedad de la iglesia y que era la iglesia con que había soñado", Donde habite la luz, con más de un centenar de lámparas que encendía y apagaba cada día. U otra en el conventual de San Benito de Alcántara, Infinitas , con una serie de rollos de partituras de pianola colgados sobre los altos muros sobrios.

Murillo admite que "busco la esencia, la sencillez, que no haya nada que no tenga su sentido y decir una cosa en cada cuadro". Cuando se le pregunta por el trabajo, la experiencia, afirma que "he hecho poco", pero ha evolucionado para "integrar lo que hago en un espacio, en conjunción con la arquitectura", como hizo en Málaga con Azul a punto de convertirse en Angel , forrando todas las paredes de un espacio con papelitos azules. O en el Meiac, de Badajoz, donde germinó en uno de esos úteros a los que hace referencia en su concepto de entrar a la obra.