La Real Academia de la Historia acaba de publicar los 25 primeros tomos del Diccionario Biográfico Español, obra monumental que recoge 40.000 biografías de personajes españoles. El Diccionario arranca del s. III a. C. con el primer hispano del que se tienen noticias, Istolacio, y se cierra con los nacidos en 1950, excepción hecha de los Príncipes de Asturias y los miembros del actual Gobierno. Los protagonistas de la obra proceden de todos los ámbitos del desarrollo humano: Administraciones Públicas, Armas, Artes, Ciencias, Economía, Letras... y Religión. Por cierto: más de 10.000 de los reseñados -aprox. el 30%- son personajes del ámbito cristiano. Como se ve, la influencia del hecho religioso en la sociedad española es importantísima. Entre los biografiados, pertenecientes a la Iglesia, figuran los "grandes": Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Francisco Javier, Bartolomé de las Casas, Alejandro VI, etc. Pero no sólo éstos y otros de fama internacional ocupan las páginas de la obra. También son contemplados hombres y mujeres, más humildes y menos conocidos, que, con sus vidas y con sus obras de apostolado, dejaron huella imborrable en la historia de nuestros pueblos y ciudades. Decía Julio Caro Baroja: "Una biografía es un elemento de juicio esencial para entender una época y una sociedad". Si así es, no se entiende bien cómo, ante la aportación que estos 10.000 hombres y mujeres han supuesto para la configuración de nuestra sociedad, políticos e "intelectuales" de nuestros días se empeñen tan afanosamente en borrar la obra e ignorar las huellas que la Iglesia dejó, a lo largo de los siglos, en "la Patria común de todos los españoles".