Triunfar y evitar la fama es un binomio difícilmente realizable, pero hay quienes se empeñan en buscarlo todavía. Uno de ellos es Miguel Ángel Hernando Trillo (Barcelona, 1970), más conocido popularmente como ‘Lichis’ y también por haber sido el compositor y cabeza visible de La Cabra Mecánica. Algo esto último que citamos para situar al público, ya que él no quiere vivir del pasado, sino del presente. Ahora que traza su música en solitario se le ha cruzado en el camino Rubén Pozo, fundador de Pereza. Juntos han creado ‘Mesa para Dos’, un espectáculo musical que llega este sábado al teatro Carolina Coronado, a las 21.00 horas, y que recauda fondos benéficos para la asociación Médicos del Mundo Extremadura.

—¿En qué punto de la vida musical se encuentra Lichis?

—Pues es difícil saberlo siempre, ya que la música te va dando pequeños círculos que te suelen llevar al mismo punto y la necesidad de reinventarse continuamente para seguir en la lucha. Pero podemos decir que es un buen momento.

—¿Qué significa para ti ‘Mesa para Dos’?

—Está siendo una de las etapas más bonitas de mi carrera porque he sabido compartir con Rubén una de las pasiones que nos unen como es la escritura de canciones y el directo. Rubén llega en una parte de mi vida en la que necesitaba musicalmente ayuda y no estar siempre yo tirando del carro. Hemos solidificado una gran relación y estoy aprendiendo mucho con él.

—¿Y a los 50, se sigue aprendiendo en la música?

—Claro que sí. Quizá a los músicos se nos condena vivir del recuerdo y de lo que hemos hecho con anterioridad, pero yo me he rebelado contra todo esto.

—¿Qué espectáculo se encontrará el sábado el público de Almendralejo?

—Pues un espectáculo donde lo importante será pasarlo bien. Es un formato acústico muy distinto. Yo, por ejemplo, toco batería con los pies, hago canto y guitarra en mano. Termina por ser un concierto híbrido entre banda y acústico. Repasaremos las canciones de nuestras etapas en solitarios y será interesante darle salida a canciones nuevas que no han tenido tanta proyección.

—Leí en una entrevista que prefiere no vivir de su marca de La Cabra. ¿A qué se refiere?

—Pues que son proyectos distintos. Ahora estoy contando otra cosa. No le veo sentido hacer una carrera en solitario con otro registro lírico y seguir tirando de lo otro. Eso tiene un precio y tienes que aceptarlo. Han sido muchos años de pelea desde mi primer disco en solitario. Encontré, al principio, parte de rechazo y, poco a poco, lo he podido ir cambiando. Ahora toco en pequeñas salas y teatro. Estoy más lejos de la notoriedad y de la fama, que tiene una parte chunga que no me gusta nada.

—¿Le apetece pasar más desapercibido?

—La fama es consecuencia, en nuestro campo, del trabajo musical. Así lo entiendo yo. El que se dedica a la música no es un famoso. Hoy, ser famoso es una profesión, alguien que se dedica a vivir de su popularidad. El músico gana popularidad cuando llega a más gente. Ascender peldaños suele traer beneficios económicos y de repercusión, pero tiene una factura alta a pagar. Fíjate en los grandes empresarios. Manejan pasta, pero cuidan mucho su vida privada. Por algo será.

—¿Disfruta más que antes de la música?

—Podemos decir que he vuelto a disfrutar. Cuando dejé La Cabra Mecánica había perdido parte de motivación que ahora he recuperado. Cierto es que, ahora, trabajo siete veces más, pero como el 90% de los músicos.

—¿Le queda algo por descubrir en su profesión?

—Pues, realmente, hago muchas cosas de las que había proyectado cuando empecé en los 80.