La Oficina de Igualdad en Almendralejo es la central que coordina todo el trabajo que se hace con mujeres víctimas de violencia de género en la comarca de Tierra de Barros. La encargada de atenderlas es Inés Ponce (Campanario, 1983), socióloga de carrera y una de las personas que ha de tratar con estas mujeres para convencerles de que tomen la mejor decisión. Una escucha activa, un tratamiento con tacto y una capacidad comprensiva amplia suelen ser imprescindibles para que su trabajo sirva a estas mujeres.

--¿Cómo es su día a día?

--Depende del día. Tenemos diferentes funciones. Por un lado, trabajamos en la sensibilización del problema con campañas coordinadas por el IMEx, mientras que además ejercemos esa atención directa e integral a las víctimas. Mucho trabajo porque son pocos recursos y muchas mujeres.

--¿Cómo se hace el seguimiento a las que tiene una orden de protección?

--Lo hacemos con una plataforma informática. Tenemos un protocolo a seguir. Si precisan de atención, lo primero es llamar a los recursos de la zona para no caer en la doble victimización, es decir, evitamos que estas mujeres tengan que relatar dos veces lo que les sucede, ya que les supone un trauma mayor. Si no están atendidas, funcionamos nosotros.

--Hay más casos de violencia que denuncias

--Claro que los hay. Muchas denuncian, pero no tienen órdenes. Y otras no denuncian, pero también son víctimas. De hecho, muchas víctimas mortales en España no habían denunciado.

--Pero cada vez se denuncia más...

--Sí. Ellas saben que ahora hay más recursos. La gente está normalizando este problema. Antes se escondía como un problema de pareja. Ahora no, está plenamente identificado.

--¿Cuáles son los principales miedos que le plantea una mujer cuando se sienta en esta mesa?

--Depende del momento. Hay mujeres que no han denunciado, pero son conscientes de que son víctimas. Otras no lo han asimilado y sufren estrés. No lo tienen claro si son víctimas o no. Ahí el miedo crece. Tienes que trabajar desde la base para hacerles ver quiénes pueden ser víctimas y por qué es bueno poner una denuncia. Algunas vienen aterrorizadas y no se atreven a denunciar.

--Y suponemos que no siempre dicen la verdad

--No siempre cuentan toda la verdad. O toda la realidad. Por la experiencia, nosotros intuimos y detectamos más detalles. Ese es el trabajo más complejo. Sobre todo, ese momento en el que no han denunciado, pero eres consciente de que hay un riesgo de violencia de género.

--¿Se sienten amenazadas?

--La violencia de género es muy compleja. Ten en cuenta que es la persona de la que te has enamorado la que, precisamente, te hace vivir todo un calvario. Se rompe tu vida. No es que mucha no quieran reconocerlo. Es, simplemente, que cuesta asimilarlo.

--¿Qué es lo más difícil en el tratamiento con una víctima?

--La recuperación es muy lenta y compleja. Se arrastran problemas psicológicos y mucho estrés. Algunos de los problemas llegan a derivar incluso en enfermedades físicas. Nuestra meta es que esas mujeres sean capaces de erradicar ese miedo y ser plenamente independientes.

--¿En qué puede ayudar la familia a estas mujeres?

--Es clave que esa víctima tenga una red social que le apoye, familias o amigos. Tengo que decir que, en ocasiones, hay familias que, sin darse cuenta, les frenan a denunciar y puede que estén frenando con ello ese apoyo. Es algo que no debería ocurrir.

--¿Controlar Whatsapp o Instagram es violencia de género?

--Puede ser una primera fase. El control y la vigilancia sobre la pareja pueden ser indicios. A veces no es sencillo identificarlos, pero está ahí.

--¿Llega bien el servicio o es precisa más ayuda?

--La verdad es que hemos visto como se han duplicado los casos y cada vez hay más órdenes de protección, de alejamiento y más denuncias. Llegamos hasta donde podemos, pero siempre se necesita más ayuda.