Los almendralejenses no perdonan una de sus noches favoritas ni renuncian a una tradición centenaria como es la fiesta de las Candelas. Ayer, puntualmente a las ocho de la tarde, se encendieron las 76 hogueras que estaban repartidas por todos los barrios para quemar los malos espíritus que cada uno pudiera tener para el presente 2019. Todo ello a pesar de un día más que desapacible en el que el viento, el frío y, sobre todo, la lluvia habían amenazado con aguar esta fiesta.

Llovió a ráfagas a lo largo de todo el día y la climatología restó afluencia de público en muchas candelas. Pero la mayoría de los que tenían previsto salir lo hicieron para disfrutar de una noche entre amigos y familiares.

La cerveza, el chorizo, el montadito, los pinchitos, el pestorejo... todo al lado de la lumbre en forma de candela. Los colegios e institutos aprovecharon para hacer el agosto. La mayoría de ellos recurren a esta tradicional fiesta poniendo una barra con comida y bebida para que los alumnos obtengan fondos de cara a las excursiones de fin de curso.

En el Palacio del Vino estuvo la candela oficial con la pantaruja de siempre. Dice la tradición que, desde que fue declarada fiesta de interés turístico regional, siempre es la misma.

El alcalde fue el encargado de proceder al encendido de la oficial junto con los integrantes más jóvenes del grupo folclórico infantil Tierra de Barros. Casi de inmediato, la gente empezó a rodear la candela buscando mitigar las bajas temperaturas.

Siete efectivos del parque de bomberos comarcal y dos camiones velaron por la seguridad de las personas que se acercaban a las hogueras. Domingo Durán, jefe de bomberos, explicó a los presentes que se habían revisado todas para controlar las medidas de seguridad. «La gente ya está concienciada de que, en días como hoy, hay que tener todo muy seguro. No se trata de hacer la candela más grande y más alta, sino de pasar un buen día entre amigos con las candelas de fondo». Una sabia reflexión.