Esther Asuar, de Almendralejo y de 26 años, pesa 121 kilos. Ella, como dice de manera cariñosa, siempre ha sido «gordita», pero nunca se ha acomplejado de su cuerpo. «Solo tuve algo de muy pequeña, pero yo he sido siempre feliz con mi cuerpo», apostilla. Vive en Madrid, donde trabaja de estilista y maquilladora, su vocación y profesión. Normalmente, ella es la encargada de poner guapa a la gente, pero ahora el destino le propone un vuelco de tuerca y le sitúa en el foco. Sin complejos, derribar barrera es más sencillo y ella lo sabe. Y Esther hace tiempo que le dio una patada a la báscula para subirse ahora a una pasarela.

Esta joven almendralejense será la representante extremeña en el Miss Plus Size Spain, un certamen de moda y belleza en el que mujeres de talla grande de todas partes de España se suben al escenario para desfilar y mostrar al mundo que le belleza no se mide con una cinta, ni se pesa en una balanza. El festival tendrá lugar el 7 de octubre en el Auditori de Cornellá (Barcelona), pero antes las 18 seleccionadas para la final harán una primera pasarela previa el 2 de septiembre.

«Yo no había desfilado sobre una pasarela nunca. Al principio, en el casting, estaba algo nerviosa, pero luego nos han ido formando», reconoce Esther. Es una de las elegidas entre las más de 600 aspirantes que se han ido presentado a las pruebas previas. Su primer casting fue enviar unas fotos vía mail. Luego, en abril, ya tuvo que hacer una sesión presencial en Madrid.

Las candidatas participantes tendrán que desfilar en bikini, traje casual y traje de gala, además de responder a una pregunta de cultura general y opinión. El certamen persigue el objetivo de animar a aquellas mujeres que por su peso o medidas no podrían participar en eventos de esta índole.

La familia

Esther Asuar reconoce que todo ha sido sorprendente y muy rápido, «pero el máximo apoyo me lo ha dado mi familia, especialmente mi madre que fue la que me animó a presentarme». Esther vio el anuncio del certamen en Instagram y se lo enseñó a su madre sin muchas pretensiones de verlo como una cosa más. Pero a su progenitora se le encendió la bombilla y la convenció.

Esther viste una talla 52. En su familia hay casos de sobrepreso, «pero no es habitual. Es como en todas las familias», señala. Y su otro gran apoyo es su pareja. «Él también me ha empujado mucho a presentarme».

Para esta joven sin complejos el hecho de participar en el certamen supone una aventura nueva que quiere disfrutar. «He hablado con gente que ha estado en este tipo de concursos y lo han pasado bien. Tengo muchos consejos».

Sobre si se ve próximamente aparcando el estuche de maquillaje y sacando los tacones para las pasarelas, Esther prefiere no pensar más allá del concurso: «Conozco a mucha gente que se dedica al mundo del modelaje y sé que, en cualquier categoría, es muy duro y exigente. Yo voy a disfrutar, pero, claro, no cierro las puertas a nada».

Esther Asuar supone para muchas un ejemplo de normalidad ante lo que muchos consideran un complejo obsesivo. El concurso le permite hablar, bailar, modelar, mejorar su imagen personal o su expresión corporal, entre otros aspectos, además de luchar contra los estereotipos preestablecidos. Porque en la vida, la felicidad, no se pesa en kilogramos.