TAtún hoy, muy temprano, algunos habrán podido encontrarse con humeantes restos de las numerosas candelas que ayer al atardecer, víspera de la Candelaria, encendíamos los almendralejenses. Nuestro pueblo ha querido así, un año más, celebrar la arraigada Fiesta de Las Candelas, que nos recuerda la vieja creencia en el fuego purificador que acaba con los malos espíritus.

Todo comenzaba, como siempre, a las ocho en punto, cuando las campanas de la Purificación lo indicaban con su tañer festivo desde el pináculo del templo. En ese momento, entre el regocijo de niños y mayores, se prendían las sesenta hogueras que con abrasadoras y serpenteantes llamas acabarían consumiendo las "pantajuras" en ellas encaramadas; las ponemos allí para representar todos los males que simbólicamente queremos desterrar quemándolas. Y para celebrarlo, en torno al calor amable de los rescoldos de esas hogueras, vecinos y visitantes convivíamos en paz y alegría durante una corta pero muy reconfortante velada. Mientras, el cielo almendralejense se llenaba de humo y pavesas, y el ambiente se impregnaba de un agradable olor a chorizo y panceta asados a la brasa que degustábamos junto a los afamados vinos de nuestra tierra.

Era ése, también, momento para el comentario distendido sobre asuntos vecinales candentes (al margen de la festividad). Pero, aunque la candela es también una medida física de intensidad luminosa, anoche, por muchas candelas que las candelas tuvieran, seguíamos sin ver claras dos cosas: a cuánto asciende la deuda del Ayuntamiento y quién será el candidato del PP para las próximas elecciones.