TOtra de Tengo en la memoria el magnífico cuadro de Luis López y Piquer, La coronación de Don Manuel J. Quintana en el año de 1855. Entre los fabulosos retratos que conforman el óleo se encuentra uno especialmente significativo: el de una hermosa dama, vestida de seda verde, que tiene la mirada puesta sobre el espectador. Se trata de Carolina Coronado, a la que el autor quiso significar de manera especial (gracias a su disposición junto al resto de asistentes) en esa pictórica coronación del poeta por Isabel II. Quizás nada más plástico para acercarnos la importancia de nuestra escritora, cuyo "porte romántico" aminora en estética a la mujer que, rolliza y con duro perfil, debiera haber sido la protagonista: Gertrudis Gómez de Avellaneda. Y digo esto al hilo de la fiesta que celebramos en Almendralejo el día 5 de junio pasado, que viene a reivindicar, con el trasporte a una época, a la mujer más destacada que haya tenido nuestro pueblo. Ha sido un anticipo, con acertado panel ubicado en la calle Real (allí vivieron los bisabuelos y la abuela de la autora) de lo que ha de ser un año (2011) llamado a recuperar a esta singular señora que escribiera sus primeras composiciones entre nosotros, que pretendiese hacer, valiéndose de una novela, mitología de nuestro pasado histórico y que pregonase con orgullo, allá donde fuera, su origen, el de la savia sencilla y trabajadora de Almendralejo, en la que ella se sentía engarzada. Por ello deseo felicitar a los responsables de tal iniciativa, por dar vida a nuestro ayer en las alas de lo literario y lo plástico y por difundir la obra de Carolina: es tan extensa, que no se agostará en doscientas ediciones que se sucedan.