Ayer se presentaba el número 5 de la Revista Alborayque de la Biblioteca de Extremadura, dedicado a las escritoras extremeñas (siglos XVI al XXI), un guiño del director de la publicación, Justo Vila, a Carolina Coronado, autora sobre la que se publican tres artículos monográficos. En Almendralejo el esfuerzo de las Asociaciones Culturales o de los Centros Privados salvarán un centenario deslucido en nuestro pueblo, en silencio desde hace meses: una dignísima exposición bibliográfica (del 3 al 19 de noviembre), la puesta en escena de El Cuadro de la Esperanza (13 de noviembre) unas Jornadas (días 18 y 19) sobre la escritora más importante del siglo XIX español, parece que son el único homenaje hasta final de año. Fomenten las autoridades la inquietud, altruista y desinteresada, de las asociaciones, de éstas y de otras, que son uno de los motores principales de nuestro pueblo. Si también se cercenan la educación y la cultura la crisis será aún mayor y el desánimo podrá cercenar las voluntades más fuertes. No se puede actuar con miopía; en el caso que nos ocupa, el de Carolina Coronado, se trata de nuestra mejor embajadora. Si el nombre de Almendralejo ha merecido un espacio este año en Universidades tan prestigiosas como la de Yale, si ha saltado a Canadá (a la Revista de Estudios Hispánicos), si el nombre de nuestro pueblo ha estado presente en Madrid (Biblioteca Nacional o Museo del Romanticismo), sólo se debe a esta mujer, de la que Luis Alberto de Cuenca, uno de los mejores poetas españoles, alababa el pasado viernes su exquisita capacidad para el verso, y expresaba su devoción por la modernidad de la Coronado.