Desviémonos hacia sonoras alegrías literarias para alejar el malestar interno que provoca la desfachatez, tanta, que se cuela en nuestros hogares a cualquier hora, a través de esa pantalla del terror donde tanto necio habla. Y vamos a esa otra palabra, rica, pulcra, profunda y plena, la de de Doña Ana María Matute, Excelentísima Señora, por derecho propio. ¡Ya era hora ese premio Cervantes! Porque hablamos de la mujer que concibió la maravilla narrativa (recomiendo a todos su lectura) que lleva por título Olvidado rey Gudú , y que, en mi opinión, la convierte en la mejor novelista española de nuestro tiempo, por encima de sus colegas masculinos. Entre sus muchas distinciones (Nadal, Planeta, Premio de la Crítica, Fastenrath o Nacional de Literatura) deseo recordar que hace un par de años, nuestra tierra le otorgó el más alto reconocimiento literario que región ofrece, el premio "Extremadura a la Creación", algo que en estos días nos ha hecho especialmente dichosos. La escritora siempre ha respondido a nuestro reclamo: nos acompañó en Trujillo un Día del Bibliófilo, invitada por la Ubex, y en dos ocasiones visitó Almendralejo, como saben. En estos tiempos de tanta vanidad, pereza e hipocresía, este ser humano que se declaraba abiertamente feliz por el premio, me parece un ejemplo de sencillez y de vitalidad; es esa niña que aún conoce el asombro, en un Paraíso inhabitado , y que juega con las palabras que emplean los Gigantes; la misma que nos lleva a soñar con Unicornios, porque no hacen ruido, ni dejan huella, ni aplastan las hojas- Esos seres mágicos, hermosos, enigmáticos, que sólo pueden encontrarse en los libros.