Las tormentas de agua inesperadas han salpicado de lo lindo a la Semana Santa, especialmente en Jueves y Viernes Santo. Hasta seis procesiones no pudieron salir a la calle por su estación de penitencia. Las gotas de lluvia se mezclaban con lágrimas de desencanto y desesperación para muchos hermanos que llevan meses, noche tras noche, añorando este momento. Es la moneda al viento de una Semana Santa donde se cuida hasta el milímetro todos los detalles, excepto el incontrolable de la meteorología.

Ya el Miércoles Santo amenazó el cielo con dejar en su iglesia a la hermandad de los Estudiantes acompañando a Jesús Cautivo y la Esperanza, pero tras un retraso, pudo procesionar e, incluso, pasar por la carrera oficial en calle Real. Una carrera oficial engalanada con motivos morados, graderíos de madera y un bonito pasillo que tendrá que esperar a otro año para lucir mejor.

Después de un Jueves Santo casi impoluto, rompió la tormenta de agua instantes antes de la salida de La Merced, que finalmente tuvo que suspender su recorrido ante los llantos desesperados de varios de sus hermanos.

Misma suerte corrieron la procesión del Silencio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, que tuvo que hacer el Via Crucis en el interior de la Purificación; y la procesión de la Buena Muerte, que tampoco pudo salir de San Antonio, donde el día antes se había realizado el emotivo Rezo de los Tres Credos con una iglesia llena hasta la bandera.

El Viernes Santo, igual. Día espléndido hasta la salida del Cristo del Amparo. Tormenta de agua y el Amparo, el Santo Tierro y la procesión de las Mujeres se quedaron sin salir.

Sí lo pudo hacer el Martes Santo la hermandad de Jesús Orando en el Huerto que este año ha cumplido medio siglo de historia. También hubo homenajes, algunos inesperados, como el detalle de la hermandad de la Buena Muerte con Migel García Giménez-Millán, inspector de Policía, al que regalaron la imagen del Cristo por décadas velando por la seguridad y realce en las procesiones de la ciudad. Junto a él también fueron reconocidos Tomás Bote, Isabel Herrera, Pedro Rodríguez y Francisco Belinchón.