TEtl partido que sustenta el Gobierno de España ha solicitado en marzo a todos los ayuntamientos en que tiene mayoría una moción adhiriéndose a la ampliación de la ley del aborto. Un amigo --concejal socialista en un municipio extremeño-- me pidió opinión sobre la postura a adoptar por él en la votación. Yo le recordé la doctrina católica sobre el aborto, recogida en el Código de Derecho Canónico (1983) y en el Catecismo de la Iglesia (1992): "La vida humana debe ser respetada y protegida de manera absoluta desde el primer instante de su concepción; desde entonces el ser humano debe ver reconocidos sus derechos de persona entre los cuales está el derecho inviolable de todo ser inocente a la vida". "El aborto directo, es decir, querido como fin o como medio, es gravemente contrario a la ley moral". "La cooperación formal a un aborto constituye una falta grave. La Iglesia sanciona con pena de excomunión este delito contra la vida humana de modo que incurre automáticamente en ella quien comete el delito". "La excomunión conlleva la prohibición de celebrar o recibir los sacramentos y cesa cuando el excomulgado, sinceramente arrepentido, es absuelto por un confesor debidamente autorizado para ello". Indicaba también a mi amigo que, en su condición de católico practicante, debería ser coherente con su fe y le recordaba, de paso, el ejemplo de su conmilitón, Francisco Vázquez, exalcalde de la Coruña y hoy embajador ante la Santa Sede que, rompiendo la disciplina de voto de su partido, no votó a favor de la ley de la despenalización del aborto la vez anterior.