TDtestinatarios del anuncio del Evangelio de Jesús son todos los pueblos. La Iglesia es, por su propia naturaleza, misionera, pues existe para evangelizar. El Evangelio no es un bien exclusivo del que lo ha recibido; es un don que se debe compartir, una buena noticia que es necesario comunicar. Y ahí están los misioneros que, en la avanzadilla de la Iglesia, dedican su vida entera a la gratificante y, al mismo tiempo, dura tarea de compartir su fe y su existencia con los hermanos desfavorecidos. Junto a la misión espiritual de la evangelización, los misioneros no deben olvidar que han de dedicarse también a las tareas de solidaridad humana. Por ello las Obras Misionales Pontificias han de proporcionarles medios que hagan posible establecer y consolidar instituciones necesarias para formar catequistas, seminaristas y sacerdotes nativos, así como mejorar las condiciones de vida de las personas en aquellos países en los que son más graves los problemas de pobreza, malnutrición y carencia de servicios educativos, sanitarios y asistenciales. También esto forma parte de la misión de la Iglesia porque, al anunciar el Evangelio, la Iglesia se toma en serio la vida humana en su integridad, y siempre, pero sobre todo en la jornada del DOMUND, tiende la mano a sus fieles y a los hombres y mujeres de buena voluntad, solicitando su oración y su solidaridad. En 2010, a pesar de la crisis económica, España recaudó casi veintiún millones de euros. Extremadura aportó 649.426 euros; la Diócesis de Mérida-Badajoz, 290.960 y Almendralejo, 12.662. La crisis continúa. También continúa la extrema pobreza de nuestros hermanos en países de misión. Ayudémosles.