María Iglesias (Almendralejo, 1989) se subió con tan solo 12 años a un autocar para viajar hasta Alemania y disfrutar de algo que, con el paso de los años, se convertiría en el eje vertebrador de su vida: el folclore. Se le ocurrió una noche de verano participar en una verbena popular y cantar para la rondalla y los padres de su gran amiga, Belén Garrido, la ficharon para siempre. Desde entonces, el traje de extremeña la ha acompañado a muchas partes de España y el mundo. Ahora, a sus 29 años, tiene el reto de ser la presidenta de la Asociación Cultural y Folclórica Tierra de Barros que celebra medio siglo de historia.

--Le ha tocado ser la presidenta de un momento para tan especial como es el 50 aniversario...

--Efectivamente. Es un orgullo para mí afrontar un reto tan emocionante. Hemos querido hacer un programa especial en el año que se cumplirá el aniversario. El archivo indica que el 13 de junio de 1969 se realizó la primera actuación del grupo. Ahora, nuestra idea es hacer una actividad cada mes hasta llegar a esa fecha.

--¿Y que han preparado?

--Pues queremos hacer charlas, ponencias, exposiciones de trajes, actividades relacionadas con nuestras tradiciones, muestras de villancicos y algunos viajes.

--Entre esos viajes destaca uno a Grecia.

--Sí, del 17 al 27 de agosto estaremos participando en uno de los festivales internacionales de folclore más importantes de Europa. Lleva casi 60 ediciones en Grecia.

--¿Qué tienen de especial estos 50 años del grupo?

--El objetivo de nuestra junta directiva será el de darle cabida y prestarle atención a todos aquellos miembros de la asociación que hacen un trabajo en la sombra y que mucha gente no conoce. Detrás de cada actuación sobre el escenario hay un trabajo de montaje, coreografías, aprendizaje que realizan muchas otras personas que aman el folclore. A esa gente queremos tenerla muy en cuenta en este 50 aniversario.

--¿Cómo se adapta algo tan tradicional como el folclore a un mundo tan modernista como el que nos toca vivir?

--Pues a base de mucho esfuerzo y trabajo. Ya estamos viendo cómo vender nuestras clases del próximo año. Sabemos que los niños tienen gustos muy volátiles y la idea de apuntarse a bailes regionales no pega con lo moderno. Nosotros tratamos de incentivar mucho a estos niños y especialmente importante es el trabajo de los distintos monitores que tenemos en los colegios. Ellos tratan de transmitirle la pasión y vocación que ellos tienen a las nuevas generaciones.

--¿Y es difícil convencer a los niños?

Ahí está el trabajo, aunque al que le gusta desde pequeño termina enganchándose. A niveles económicos, lo más costoso es la vestimenta. La cuota anual que se paga en el grupo es de 30 euros. Creeemos que es bastante accesible.

--Usted ama el folclore. Lo lleva en la sangre...

--El folclore no es simplemente una pasión, sino una forma de vivir. Para mí el folclore forma parte de mí. Tengo la fortuna de trabajar con un equipo muy competente que comparte la misma vocación. En el grupo de Tierra de Barros somos como una familia. La mayoría de los que estamos hemos empezado juntos. Ya hemos formado un grupo de amigos e, incluso, muchos se han formalizado como parejas y han nacido familias de aquí.

--Muchos años después, volvéis a tener contacto con la Federación Extremeña de Folclore. ¿A qué se ha debido el cambio?

--Nosotros pertenecimos a la federación desde sus inicios porque fuimos socios fundadores en 1980. Sin embargo, por motivos de diversidad de opiniones, el grupo nuestro se salió de la federación. Cuando entramos en el cargo como nueva junta directiva en marzo de 2016, creí que había pasado ya un tiempo absurdo e innecesario sin contactar con ellos. Ellos también tienen una junta joven y renovado. Solicitamos la adhesión inicial y, tras dos años, ya somos socios de nuevo de pleno derecho.

--Lo próximo, Festibarros.

--Ya podemos decir que comenzará en la Piedad el martes 31 de julio. Habrá dos galas internacionales, una infantil, una flamenca y una tercera ibérica, con el grupo titular nuestro y compañeros de Portugal.