Se han visto durante toda la vida, pero jamás hubieran imaginado que los encuentros de hoy día serían, posiblemente, los más felices de todos. Han pasado miedo. Mucho miedo. Pero ya se pueden ver. Desde el 1 de junio, la residencia Comser regula las visitas entre familiares y sus mayores residentes. Para ello, ha habilitado una sala especial y ha puesto cuatro cabinas separadas con mamparas de metacrilato. Hay tres turnos por la mañana y otros tres por la tarde. Hasta 24 visitas al día. En menos de una semana, todos los residentes pueden, al menos, recibir la de un familiar.

«Ha sido algo emocionante. A los mayores les faltaba esa sal y pimienta de la vida. Estaban bien cuidados, pero el contacto y el cariño de los suyos siempre es algo fundamental», confiesa Antonio García Camacho, gerente de la residencia.

La tendencia será tener visitas más controladas, por lo menos, hasta que pase el verano. «Y poco a poco volver a la vida de antes, que también es necesario».

García Camacho reconoce que han sido días difíciles para todos, pero, sobre todo, para las residencias. «Por mucha experiencia que tengas, ha habido incertidumbre y miedo. También falta de información y creo, honestamente, que las instituciones no han estado preparadas para asumir una situación así».

En la residencia Comser han prevenido el virus con mucha seguridad y buenas prácticas, «pero ojo, no podemos bajar la guardia. Entiendo que la gente se libere porque la economía no puede esperar, pero en una residencia es diferente porque los contagios significan muertes. La sociedad no debe pararse, pero esto nos ha enseñado que hay personas, como los mayores, que han de estar más protegidos», subrayó el gerente de este geriátrico privado de Almendralejo.