Cuántas veces nos hemos preguntado cómo sería la escuela del S. XXI. Yo creo, que una de nuestras responsabilidades como técnicos en educación es ir elaborando alternativas pedagógicas innovadoras que respondan a las exigencias de una sociedad democrática en un contexto dominado por las tecnologías de la información y por la interculturalidad. Nuestra escuela y sociedad tienen que ir cambiando poco a poco el concepto que tienen de la escuela como un ente cerrado, donde toda la información que se transmite al alumno se encuentra en el interior de la misma, el pensar que la responsabilidad de la enseñanza de los valores que rigen nuestro código ético se encuadre solamente en ese marco y, sobre todo, que el concepto de interculturalidad se quede en palabras y no se transforme en un hecho. La escuela ha de ser el lugar donde se conozca y encuentre al otro, fomentando en ellos que la diversidad nos enriquece. Otra problemática que tanto la escuela del siglo XXI como la familia deben abordar, es que la mayoría de los alumnos leen poco, ven demasiada televisión, invierten mucho tiempo en videojuegos, y, sobre todo, son cada vez más intolerantes y menos respetuosos. Nos adentramos en una época donde los alumnos precisan mucho más que la mera adquisición de conocimientos. Necesitan una actitud crítica y reflexiva ante estos cambios y su aceptación de la nueva sociedad que está emergiendo a una velocidad de vértigo. Debemos tener presente que la escuela y la familia es el mayor capital que posee el niño, no podemos permitirnos el lujo de que lo desperdicie.