TPtor fin hoy me decido a escribirte y contarte mis últimas navidades. Ya sabes que decidí, para no ser ninguna carga para mis hijos, irme a vivir a esa nueva residencia que han abierto y, aunque mi pensión no me llega para pagarla, ellos desinteresadamente se han puesto de acuerdo para pagar, entre todos, cada mes, lo que me falta. Al principio todos venían muy a menudo a verme, pero como todos tienen tanto que hacer, cada vez vienen con menos frecuencia. Mis nietos antes venían más, pero ahora con tanto conservatorio, natación, inglés, etc., parece ser que no tienen tiempo; lástima que no me haya apuntado de monitor a algo de eso, de forma que, además de sentirme útil, vería a muchos de los niños. No acierto a saber si es por mis nietos, o por alguna de mis nueras, o mi pobre yerno, o simplemente para limpiar las conciencias de mis hijos, en ciertas ocasiones y en las fiestas de ´cristianá´ me sacan de la residencia de ancianos y me llevan, sino con ellos, al menos allí donde se reúnen la mayoría.

No comprendo cómo siempre me colocan en la esquina, junto al árbol con los farolillos y las lucecitas y la chimenea de los calcetines de colores, a pesar de que siempre me presento con mi chaqueta chevió, el jersey de trenzas que aún conservo, y mis legendarios pantalones grises de tergal. Cuando me miro a través del espejo dorado de enfrente, noto cómo destaco en esa estampa, aunque cuando miro al resto de los presentes me doy cuenta que mejor allí, que en medio de esa tribu. Ya te contaré, Felicidades. www.ajescribe.blogspot.com.