A pesar de que escasamente el 1% de los 66.000 cargos públicos electos están implicados en casos de corrupción, la política, ahora, está en horas bajas. Que Esperanza Aguirre llame castizamente hijoputa , a Gallardón su alcalde y compañero de partido, no es de extrañar. "Son gajes del oficio" como dijo Alfonso XIII tras el fallido atentado que sufrió el día de su boda. Que el actual alcalde del PP del pueblo alicantino de Palop , esté en prisión acusado de ser el autor intelectual de la muerte de su antecesor en el cargo, compañero de partido o que en la aldea oscense de Fago el líder socialista de la oposición se cargase de dos tiros al entonces alcalde popular, son hechos aislados que denotan los pérfidos entresijos de la política entre otra multitud de envidias, traiciones, insidias y perversas maquinaciones semi-ocultas que realmente existen entre militantes, normalmente entre cargos bien retribuidos, de un mismo partido. Miguel Angel ya los representó en El Juicio Final de la Capilla Sixtina poniendo al cuerpo de San Bartolomé el rostro del político Pietro Aretino personaje siniestro e intrigante de la época. Hay, y se conocen, casos de políticos que yendo en una lista electoral el día de la votación, ni tan siquiera votan; y otros que por odio o rencor, votaron a quien encabezaba la lista del partido adversario, utilizando la urna como moneda de cambio de la venganza. Esta podría ser la visión más negativista de la política como escribiera en su Libro negro Giovanni Papini . Luego está la otra, que es mayoritaria, en pro de la ciudadanía y del bien común. Más reconfortante, y esa nos atrae infinitamente más, por su nobleza.