Cuanta razón tenía Pedro Pacheco con su escandalizadora frase: "La Justicia es un cachondeo" . Que un juez condene a alguien por proclamar ¡Viva la Guardia Civil! . Que dos periodistas de la cadena SER , por publicar una información veraz, hayan sido condenados con penas de prisión e inhabilitación para ejercer su profesión y el sufragio pasivo, además de ser una condena extravagante, es aún mayor, una barbaridad jurídica de un juez. Un exceso sin límites, resulta que el director de Greenpeace en España sea detenido y procesado en Copenhague por expresarse pacíficamente con una pancarta. Que a un eurodiputado socialista Luis Yañez no se le deje entrar en Cuba por publicar artículos periodísticos críticos contra la protegida dictadura castrista. Triste resulta que al paisano Pepe Elías se le cercene un artículo en una publicación oficial de la Junta de Extremadura por criticar la refinería. Que dirigentes del PP critiquen ferozmente al El País por airear el caso Gürtel teniendo procesados y encarcelados a un pléyade de sus cargos públicos o que Zp tache de insólita la pregunta de una periodista en una rueda de prensa, no son cuestiones baladíes. Son tropelías más o menos maquilladas que agravan aún más al enfermo .La prensa libre cada día presta servicios impagables a las sociedades libres. Faltaría más que el derecho a expresarse con responsabilidad, no fuese idéntico al de poder enamorarse. El Watergate con la dimisión de Nixón , el gobernante más influyente del planeta, supuso el más sonado aldabonazo en pro de la prensa libre. Atacar con falacias o añagazas la libertad de expresión, es menoscabar la libertad en si misma.