Marruecos no desea informadores españoles en el Sáhara; quiere hacer creíble la información que proviene de sus propias fuentes. Fuentes que manan ya contaminadas de falsedad. Pocos --ninguno diría yo-- se creen las noticias que, sobre los trágicos y sangrientos sucesos saharianos, nos transmiten la diplomacia y las agencias de prensa marroquíes. Son lamentables la falta de transparencia y la negación de lo que una auténtica información debe pretender: comunicar la verdad de unos hechos. Pero no tenemos que cruzar las aguas del Estrecho para lamentar la falta de información veraz en los medios de comunicación. En España, --y más concretamente en Extremadura-- somos testigos de alguna "manipulación informativa". No hace mucho las comisarías policiales, siguiendo orientaciones "de arriba", trataban de disuadir a los ciudadanos para que no presentaran denuncias de robos y atropellos de diverso cariz --demasiado frecuentes, por desgracia-- a fin de que la publicación de la noticia no creara "alarma social". Y, hoy hace una semana, algún agente policial -¿por insinuación también "de arriba"?- conminaba a cierta redactora de un medio nacional de comunicación, presente en Almendralejo: no debería publicar que a la concentración ante el Cristo de Avalos, convocada a favor de los crucifijos en las Escuelas, habían asistido más de mil personas.¡Y aún no era la hora del comienzo del acto! ¿Libertad de información? ¡Manipulación de la verdad! Pero tarde o temprano --más bien temprano que tarde-- la verdad resplandece. Este medio escrito y algunos radiofónicos locales decían que la plaza "estaba abarrotada".