El cava es una de esas bebidas que entra bien con cualquier alimento, que tiene cabida en cualquier evento o celebración y que, por su crecimiento en consumo, se está poniendo cada vez más de moda. Pero, ¿a quién no le ha levantado algún que otro dolorcillo de cabeza después de tomarse varias copas? Pues bien, este malestar puede ser historia con una nueva línea de cavas que se está impulsando desde el proyecto Pluscavasost. El mismo surge de una convocatoria de la Junta de Extremadura para financiar productos innovadores. Lo han liderado los laboratorios de la empresa almendralejense Heral Enología, pero también colaboran Bodegas Romale, Bodegas López Morenas, la Asociación Extremeña de Enólogos, la Universidad de Extremadura y la Asociación Extremeña de Elaboradores de Vino. Todos trabajan en una doble línea: mejorar la calidad del cava extremeño y hacerlo más sostenible.

Manuel Álvarez Rángel, director de los laboratorios Heral Enología, explica que han trabajado en la investigación sobre cómo mejorar el cava. Entre sus descubrimientos, la eliminación de un aditivo llamado sulfuroso que ejerce como un potente alérgeno y que, en personas sensibles, provoca ese temido dolor de cabeza tras consumir de vino o cava. «Lo hemos podido bajar de unos 80-100 miligramos por litro a unos 15-20. Son cavas, por decirlo de alguna manera, más sanos».

Con la idea de hacer el cava más sostenible, Heral se empeña en la consecución de nuevos productos. Para ello han trabajado con levadura no convencionales, es decir, levaduras autóctonas que han sido aisladas por la Universidad de Extremadura. «Esto nos permite darle unas características diferenciadas y atacar nichos de mercado en los que ahora el cava extremeño no entra. Lo haríamos con cavas de distintos sabores. La posibilidad de cambiar el perfil aromático nos da oportunidades», apunta.

Comercialización/ Bodegas Romale (mayor elaborador extremeño de vino de base para cava) y López Morenas (mayor productor extremeño de cava) se han involucrado y lo hacen encargándose de comercializarlo con nuevas etiquetas. Durante los últimos meses, Heral ha hecho el trabajo de laboratorio, pero a partir de este año comienza la tarea a escala industrial. Si se tiene en cuenta que el cava necesita como mínimo nueve meses de crianza, hasta el 2019 no tendríamos estas botellas sobre la repisa.

«Se venderá como cava, porque realmente es un cava, aunque en la etiqueta se especificará la forma de elaboración», precisa Manuel Álvarez.

Heral también trabaja en otra línea para mejorar cava como es la de acelerar su proceso de crianza. El laboratorio pretende utilizar distintas estrategias para que la sensación de cremosidad y dulzor en los espumosos aumente «y, por lo tanto, sean más aceptados en los mercados».

El proyecto cuenta con un presupuesto de 320.000 euros, de los cuales unos 293.000 euros han sido financiados por la Junta de Extremadura. «Queremos trabajar en la mejora del cava para colocarlo a a la altura de los mejores espumosos del mundo».