TEtl Instituto Nacional de Estadística (INE) publicaba a mediados de octubre unos datos que, sumados a los del informe "Generación JESP" -jóvenes emigrantes sobradamente preparados-, presentado en agosto por UGT, indican que en España el 68 % de los jóvenes quieren emigrar para encontrar un trabajo digno que no hallan en nuestra patria. Y los que se van son los mejor preparados, lo que supone una importante fuga de talentos. El subsiguiente empobrecimiento de nuestra sociedad es otro de los nefastos resultados de la crisis que nos atenaza. En lo tocante a Extremadura, 8.000 jóvenes de entre 25 y 35 años han abandonado nuestra región durante el último trienio. Estos datos, unidos a los que presentábamos hace unas semanas en nuestra columna ESPAÑA MENGUANTE, hacen presagiar una progresiva pérdida de la población extremeña. Al propio tiempo este éxodo de nuestros jóvenes hacen prever a medio plazo una Extremadura de ancianos. Los ayuntamientos pequeños no podrán --no pueden ya-- soportar las cargas del estado de bienestar y, o se agrupan varios de ellos para sobrevivir o tendrán que cerrar "por defunción". Nuestros políticos tienen una tarea, urgente y difícil, por delante: Propiciar condiciones económico-sociales que impidan la despoblación y el empobrecimiento intelectual de nuestras recias tierras extremeñas. El resembrar en ellas los "valores" que, si no se han perdido del todo, están en peligro de desaparecer, es quehacer de toda la sociedad. Legisladores, gobernantes, Iglesia, familia, docentes...: trabajemos juntos con esperanza. Si los extremeños descubrimos América hace cinco siglos, podemos "reconquistar" Extremadura hoy.