Varias leyendas mundiales lo han recordado en alguna ocasión. Una de las cosas más maravillosas del deporte es que nunca se sabe cuándo se ha alcanzado el techo, siempre y cuando en la mente no existan limitaciones. Algo parecido debió pasarle por la cabeza a Juan Bautista Pérez durante el verano de 2013, cuando de repente decidió que iba a pelear por un sueño escondido: estar en las Paralimpiadas de Río 2016. Este jugador nacido en Cisterna (León), pero que lleva más de media vida en Almendralejo, se encontraba prácticamente en el ocaso de su carrera disfrutando de partidos con el TM Almendralejo de manera casi amateur. Decidió dar un vuelco a su vida, dedicarse en cuerpo y alma al tenis de mesa de nuevo y derribar la barrera que le separaba del olimpo. Desde ayer se encuentra en Brasil para participar en los Juegos Olímpicos, en la clase 9 del tenis de mesa adaptado. Es el número tres del mundo en su categoría y la medalla no deslumbra su camino. A sus 47 años, está disfrutando de una experiencia única desde la madurez deportiva de un profesional intachable.

--Cuando más cerca está su carrera deportiva del final, aparece el sueño de unos Juegos. Parece increíble.

--Sí, es curioso. Cuando era chaval y empezaba lo veías como algo lejano. Luego, con el paso de los años, la idea de ir a unos Juegos se diluyó. Y ahora me encuentro con esto. Todo llega y todo pasa, pero mientras lo estoy disfrutando con unas ganas terribles.

--Por su edad, por su experiencia, ¿lo está saboreando más?

--Sin duda. Cuando tenía 16 años me llamaron para jugar un campeonato del mundo en la India y un europeo en Moscú. Recuerdo aquella experiencia que fue preciosa, pero no lo masticaba bien, ni el antes ni el después. Ahora sabes cómo funcionan estas competiciones y eres consciente de que esto puede pasar una sola vez en la vida, aunque espero que no sea la última. Voy a Río a disfrutar, pero sin desviarme del camino que puede ser el de conseguir una medalla.

--¿Y qué obstáculos ha tenido ese camino hasta Brasil?

--Cuando en 2013 tomé la decisión, jugaba en el TM Almendralejo en plan amateur. Implicaba dedicarme día y noche al tenis de mesa, es decir, viajar de un lado a otro del mundo, competir al más alto nivel y hacerlo ante jóvenes que están en los primeros puestos del ranking mundial. Sabes que tienes tres años para estar entre los diez primeros del mundo. La presión del circuito internacional es alta y es lo más complejo de gestionar. Los últimos nueve meses han sido frenéticos.

--¿Más duro que en su etapa en la élite anterior?

--Puedo decir que he entrenado en estos meses más que en los últimos 25 años de mi carrera. Hemos estado de concentraciones en Granada, Barcelona y Galicia, entrenando mañana y tarde sin descanso. Sin el apoyo de mi familia hubiera sido imposible.

--Su competición se inicia los días 8 y 9 de septiembre ante rivales que ya conoce.

--Claro. En el circuito mundial siempre nos vamos enfrentando con los mejores. A Río van los quince mejores del mundo, pero con más preparación. Serán partidos a cara de perro. Aunque juegues con los mismos, te pueden sorprender en cualquier momento.

--¿Quiénes son los rivales?

--La gente que entiende este deporte sabe que los chinos son los mejores. En mi categoría está Lin-Ma, campeón olímpico en Londres, del mundo y número uno. También hay un belga llamado Laurent Devos. Son los dos rivales a batir. Ir como tres del mundo me resta algo de presión, y eso me gusta. Espero sorprenderles.

--¿Le obsesiona la posibilidad de lograr una medalla?

--Para nada. En la vida hay que entrenar siempre con una motivación y la mía es ir lo mejor posible para conseguirla. Es una motivación, más que una obsesión. Sé que mientras más entreno, más cerca estoy.

--¿Y la experiencia de vivir unos Juegos Paralímpicos, como lo lleva?

--Esto me está sobrepasando. He jugado muchos mundiales o europeos, pero la palabra Olimpiada o Paralimpiada lo hace todo más grande.

--Sale hasta en el autobús de línea de Almendralejo...

--(risas) Sí, es cierto. Me impresiona cuando lo veo. O cuando me veo en las paradas de bus donde la Junta ha instalado fotos de los deportistas extremeños. Intento abstraerme de todo, pero también hay que saborearlo porque no pasa a menudo.

--Los suyos han debido ser un apoyo fundamental, más en el caso de un padre de familia.

--Ha sido clave. Mi mujer es quien más lo ha sufrido. Le expliqué el proyecto y siempre me dijo que adelante porque sabía que podía hacerlo bien y era mi sueño. Es como cuando te preparas una oposición y ahora llegan los exámenes. Mi familia está compartiendo este sueño conmigo.

--Pertenece a esa generación de deportistas extremeños que ha hecho historia llevando a once integrantes a Brasil. ¿Qué le parece?

--Es un orgullo. Ya no es un tema personal, sino una cuestión regional. Las instituciones y la ciudadanía están tomando conciencia de la importancia del deporte. En Extremadura tenemos muy buenos deportistas, entrenadores y gente muy capacitada para llegar lejos. Y creo que podemos duplicar número en Tokio, sin duda.

--Si tiene que llevarse un consejo a Brasil, ¿de quién?

--De mi mujer. Siempre me lo llevo porque me lo dio hace muchos años. Me levanto y me acuesto en competición siempre con él, aunque prefiero guardármelo para mí. Me mantiene vivo.

--Y, si gana una medalla sería...

--Un sueño cumplido.