Los jóvenes están de actualidad en España. Y no sólo porque faltan pocos días para la Jornada Mundial de la Juventud. Madrid abrirá sus brazos a miles de jóvenes que, desde todo el mundo, se reunirán con el Papa en la que va a ser la Capital de la Cristiandad y que lo es desde hace varios siglos de esta España nuestra. Serán unos días vividos en la fe, la alegría y la esperanza. Pero los jóvenes españoles son noticia también porque no comulgan con la conducta incoherente de muchos mayores; con la inmoralidad, con la injusticia, con la corrupción, con la crisis. La crisis económica, sí; pero también la crisis de valores. Y toda esa mezcla de antitestimonios provoca en ellos inquietud e indignación. Y, a veces, hasta rabia y violencia de las que luego, al recapacitar, algunos se distancian arrepentidos. Hace unas semanas la Puerta del Sol de Madrid fue escenario de otra protesta. Unos chicos y unas muchachas plantaron una carpa y enchufaron unos altavoces. Invitaban a los transeúntes a plasmar su firma en unos pliegos en defensa de la vida. La vida humana del niño aún no nacido y la vida del que, anciano, desvalido y enfermo, supone una carga para la sociedad de consumo que, entre todos vamos engordando, olvidándonos de los más elementales sentimientos de humanidad. En Almendralejo, hace seis días, otros muchachos -ellos y ellas- organizaron un acto en la Plaza de Espronceda. Un nutrido grupo de jóvenes y mayores los arroparon mientras todos rezaban el Rosario y oyeron al final un manifiesto a favor de la vida y en contra de las prácticas abortivas. Quien dice que los jóvenes son el futuro de la sociedad, se equivoca. ¡Son ya el "presente"!