La plaza de toros de Almendralejo celebra hoy 175 años. Lo hace con una corrida extraordinaria en la que estarán los diestros Curro Díaz, Finito de Córdoba y el extremeño, Emilio de Justo, uno de los toreros de moda del panorama nacional. Emilio nació el 16 de febrero de 1986 en Cáceres. Nadie de su familia ni de su entorno profesó amor a la tauromaquia. Lo suyo es una historia de pura vocación.

-Vuelve a torear aquí después de aquella corrida de 2014.

-Y estoy muy ilusionado por volver a Almendralejo. Tengo muy buenos recuerdos de aquella bonita tarde. Acabé siendo triunfador de la temporada y lo hice en una plaza a la que le tengo un cariño especial.

-¿Qué le parece esta plaza?

-Una plaza con solera. De las más bonitas de Extremadura. Almendralejo tiene una gran afición por los toros.

-Dijo en la presentación que era un honor compartir cartel con Finito de Córdoba.

-En efecto. Me hace especial ilusión porque voy a torear al lado de uno de mis ídolos. Siempre he sentido admiración por Juan. Me encanta su manera de sentir el toreo, su personalidad y su capacidad de expresarlo, tanto dentro como fuera de la plaza.

-¿Siente Emilio de Justo que es un torero de moda?

-Siento que las cosas han cambiado mucho. Puede sorprender que teniendo once años de alternativa es, ahora, cuando me encuentro en mi mejor momento. Como torero, la gente de las grandes ferias ya me ha empezado a conocer y he podido tener actuaciones importantes tanto en España como en Francia.

-¿Y a qué puede deberse esa irrupción tardía?

-Pues creo que es el destino. Me faltan muchas cosas por lograr en este mundo. Pero me he mantenido vivo a base de vocación y afición. Ha sido clave no desesperarme en ciertos momentos como cuando me tuve que ir a Colombia porque no toreaba prácticamente nada.

-Hablemos de 2018, ¿qué balance hace de temporada?

-Muy positivo. En casi todas las plazas importantes ha habido triunfos y, sobre todo, muy buenas sensaciones. Ha habido triunfos especiales y relevantes como en Burgos o Pamplona. Ahora no hay que bajar la guardia y mantener ese nivel.

-Resulta curioso que, normalmente, un torero tiene una raíz taurina. Pero no es su caso.

-Es cierto que no tengo antecedentes taurinos en mi familia. Ni siquiera aficionados. Creo que es algo innato. He nacido con esa vocación desde niño. Era lo que soñaba y, poco a poco, lo que trato de conseguir.

-¿Y es más difícil así?

-No diría más difícil, pero cuesta empezar a conocer más un mundo que resulta complejo. De ahí los años que me ha costado hacerme ese hueco.

-¿Son tiempos difíciles para los taurinos o las críticas antitaurinas son de una minoría?

-Eso es algo que se puso de moda hace un tiempo, pero la fiesta de los toros es muy complicada taparla con un dedo. Es el segundo espectáculo de masas más importante de nuestro país, tan sólo por detrás del fútbol. Es una fiesta muy asentada y su futuro podemos decir que está más que asegurado.