María Victoria Gil Álvarez (Almendralejo, 1973) es profesora titular de Química Orgánica en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Extremadura y posee amplios estudios de investigación sobre ciencia y tecnología en la región. Su trabajo como docente en la universidad y su amplia labor en la investigación le han llevado a ser una personalidad muy reconocida. Ahora, el 8 de septiembre, recibirá la Medalla de Extremadura, pero no será por todo lo descrito. Una mañana, un médico le comunicó que su hijo era alérgico a los alimentos. Multialérgico, para ser más exactos. Fue el inicio de una tenaz lucha para arrojar luz y soluciones a un problema que afecta a miles de familias. Fundó así la Asociación Extremeña de Alérgicos a Alimentos, con apoyo a más de 600 familias. Es, además, creadora del único protocolo nacional contra estas alergias, que está implantada en centros educativos, para los docentes.

—¿Feliz con el reconocimiento?

—Emocionada. Es un honor porque reconoce la labor hecha durante muchos años al frente de muchos pacientes.

—Su lucha empezó en casa.

—Cuando te toca un hijo, te toca las entrañas. Me dieron la noticia y decidí que había que hacer algo más. La gente no sabe que una reacción alérgica puede costar la hasta la vida. Hoy, afortunadamente, hay mucha información en redes sociales que se comparte. Antes, no tanta.

—Y surge un colectivo que ha ayudado a centenares de familias.

—Gente con hijos afectados. Antes de ser madre, no tenía ni idea del alcance de las alergias alimentarias. Esto puede matar y no sólo por ingerir alimentos, sino por contacto o inhalación. Hay alergias en alimentos, pero también en medicamentos, cosméticos, material escolar...

—En este sentido, la labor en colegios es esencial...

—Era el punto débil. Los niños que sufren alergias necesitan llevar inyectores de adrenalina para emergencias. Necesitábamos dar formación al docente para que supiera actuar. Ellos también deben saber que una reacción les puede costar la vida. Se creó el protocolo nacional. No me gusta llamarlo como algo obligatorio, pero sí como el deber de socorro de un ciudadano.

—¿Cúando se detecta una alergia alimentaria?

—Puede aparecer en cualquier momento de la vida. Es un mecanismo donde el paciente se sensibiliza y aparece una exposición del problema. Queda mucho por trabajar a nivel informativo. Por ejemplo, el 33% de alérgenos aparecen en frutas y esta materia la información sobre alérgenos aún no es obligatoria. Tampoco en medicamentos. También queda trabajo en la restauración, ya que el 85% de los restaurantes incumple la obligatoriedad de informar sobre los alérgenos en sus platos.

—¿Se considera madre coraje?

—Para nada. No he hecho más que lo que cualquier madre haría con un hijo.

—¿Alguna recomendación a quien le esté leyendo?

—No hay que desesperar. Hay casos difíciles, pero con paciencia y atajadas en edades cortas, algunas alergias alimentarias son muy superables.